La prehistoria de Borja Iglesias

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

Borja Iglesias, futbolista gallego del Betis
Borja Iglesias, futbolista gallego del Betis Pablo Garcia | RFEF

12 jun 2023 . Actualizado a las 20:25 h.

Las redes son a veces planas como barras bravas emponzoñadas. Lo sabemos todos. Las barras bravas son los grupos ultras del fútbol argentino, similares a los radicales de cualquier lugar del planeta. Las redes son también como las barras de los bares. Pueden encontrar acodado en un taburete a un tipo que opina con una exhibición de inteligencia y, en la esquina contraria, a alguien que, alzado en los espirituosos, ha anulado cualquier atisbo de pensamiento, si es que lo tenía antes de empezar a beber, y solo profiere insultos. Borja Iglesias, el Panda, el futbolista gallego que tanto está ayudando a brillar al Betis, ha tenido que contestar a la muchedumbre que no utiliza la facultad de razonar por llevar un bolso a una boda. Enseguida le llovieron comentarios homófobos. Un hombre, un bolso. Ay, Dios. Confesión. Purga. Pecado.

Aún la Real Academia Española mantiene la acepción mariconera: «Bolso de mano para hombres». Tremendamente prácticos, nuestros padres las utilizaron durante décadas. Más o menos decorosas son las riñoneras, pero también muy efectivas. Pero volvamos al centro de la diana que ha sido Borja Iglesias por llevar un bolso. Es una pena que no lo hubiese acompañado de una falda para tapar más bocas. Borja Iglesias ha contestado con el mismo acierto que exhibe para el gol: «Cada vez que suceden este tipo de situaciones en referencia a las fobias que todavía existen, me dan fuerza para seguir peleando para que cada uno haga y disfrute consigo y con los demás como le dé la real gana». Al recibir, además de los insultos, cariño, añadió: «Muchísimas gracias por todos los mensajes de cariño que siempre me dais. Y a los que estáis todavía en la prehistoria os mando mucho ánimo, tiene que ser muy difícil no evolucionar y seguir condicionándose a uno mismo en lugar de disfrutar de lo preciosa que es la vida». No se puede responder mejor. Exacto, Borja, hay todavía mucha prehistoria que convive con nosotros, que no entiende que la vida es un regalo y hay que disfrutarla, sin estructuras mentales de otros siglos y que tanto costó y cuesta superar. Es un horror seguir conviviendo con los mamuts que escriben en las redes con las tripas y sin conexión entre sus dos neuronas.

Borja Iglesias había vivido otro episodio decimonónico, entre victoriano y eduardiano. En una ocasión, se pintó las uñas de negro. Lo hizo como gesto de apoyo a los que sufren el racismo. En seguida, otra borrasca de primitivos. Como contamos en La Voz, un tuitero le llegó a preguntar por pintarse las uñas y hacerlo de negro: «¿Pero qué cojones es eso?». Los testículos siempre a mano para sustituir a esas dos neuronas que no logran conectar. Borja dio otra lección de brutal sinceridad: «Es una forma de concienciarme y luchar desde mi posición contra el racismo, pero creo que también me viene bien contra la homofobia. Además, tengo que admitirte que me gustan». Estamos con Borja, con los colores de sus uñas, con sus bolsos, porque estamos con la libertad y la tolerancia. Pero observamos sin necesidad de lupa que hay mucho que avanzar. Algunos no se han enterado de la evolución humana que Darwin demostró hace tanto. Quedan demasiadas sombras simiescas.