Hiroshima, Zelenski y la lección no aprendida

Yashmina Shawki
yashmina shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

Contacto / President | EUROPAPRESS

28 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Los seres humanos necesitamos ceremonias para celebrar y compartir los acontecimientos que nos hacen felices, así como para conmemorar aquellas situaciones que nos han marcado de manera negativa. Tan importantes son las fiestas de cumpleaños o las bodas como los entierros y funerales. Pero, las ceremonias también sirven para recordarnos la fragilidad de nuestra memoria. Así, por ejemplo, cuando los representantes del G7 se colocaron en fila para depositar una corona de flores en el memorial de Hiroshima, no solo estaban presentando su respeto a todas esas personas que fallecieron por la bomba nuclear lanzada desde el Enola Gay aquel aciago 6 de agosto de 1945, sino que recordaban el extremo al que podemos llegar cuando la insensatez se apodera de nosotros.

El 49 encuentro entre los representantes de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, el Reino Unido, la Unión Europea y el anfitrión Japón, celebrado el pasado fin de semana, tenía una agenda muy cargada de cuestiones a tratar, entre las que destacaba, como no podía ser de otra manera, la guerra de Ucrania y la amenaza creciente que China supone para el desarrollo de la región Indopacífico. Y, en consecuencia, se trataron las nuevas medidas de presión contra Rusia al objeto de reducir al máximo sus ingresos y, con ello, su inversión en armamento y equipamiento para continuar con su agresión a Ucrania y, por otra, cómo contrarrestar la influencia económica y tecnológica que China, aliada de Rusia, ejerce en todo el planeta.

Pero, la relevancia de este encuentro se vio eclipsada por la atención mediática suscitada por Zelenski. El presidente ucraniano ha demostrado ser un luchador incansable, capaz de aprovechar una reunión en la que se podía encontrar a muchos líderes internacionales para seguir pidiendo ayuda en su lucha contra el Goliat ruso. Una gestión doblemente triste, primero porque la agresión rusa continúa pese a la resistencia ucraniana, y por otra, por el lugar donde tuvo lugar, Hiroshima, la ciudad japonesa ahora dedicada a la paz y a la cultura, tras haber sufrido las consecuencias más espantosas de la guerra.