No somos racistas, como no fuimos esclavistas

Uxio Labarta
Uxio Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

PABLO MORANO | REUTERS

25 may 2023 . Actualizado a las 13:56 h.

Si no les llegan las películas de romanos para saber qué pasaba con los cristianos, pueden observar lo que sucede en las llamadas gradas de animación, eufemismo de agrupaciones ultras, en los campos de fútbol. Lo sorprendente del racismo en el caso Vinicius, negro, entre los hinchas (hincha, primera acepción del diccionario RAE: Odio, encono, enemistad) de Mestalla no es que sucediera, sino el empeño en negarnos el sambenito de racistas. Indignación incluida con las autoridades brasileiras por reprocharnos esa actitud racista, ellos —como nosotros en Cuba—, que mantuvieron la esclavitud hasta finales del siglo XIX.

Porque hoy no somos racistas al igual que antes no fuimos esclavistas, por más que en España y sus colonias, esclavos hubo. Supongo que es debido a que la negación tranquiliza conciencias y permite seguir en los negocios, pues tanto del esclavismo —activo en España hasta 1867, por más que estuviera prohibido por el acuerdo impuesto por Inglaterra al rey Fernando VII desde 1820— , como de la actual inmigración, es en los negocios y la economía donde se encuentra su razón. Siendo así que en el tiempo en que el esclavismo ya no existía en España —había pasado a ser clandestino— llegaron al Caribe 600.000 esclavos.

Porque una reflexión sincera sobre nosotros y el racismo no se aleja de los resultados de un informe de 2020 sobre discriminación por origen racial o étnico realizado por el Ministerio de Igualdad. En una encuesta entre personas de nacionalidad extranjera originarias de África, Asia y América, o sus descendientes, emigrados a España, así como personas de población gitana, un 52 % manifiestan haber sufrido trato despectivo, insultos, violencia verbal, discriminación en el ámbito laboral o de la vivienda, marginación y exclusión social. Y de quienes afirman haber sufrido discriminación por motivos raciales o étnicos, un 55 % considera que el motivo ha sido su color de piel y sus rasgos físicos, un 38 % por sus costumbres y comportamientos culturales, y un 33 % por sus creencias religiosas. Discriminación debida al color de la piel y los rasgos físicos con mayor incidencia en personas subsaharianas o de origen gitano. La discriminación religiosa alcanza sobre todo a los magrebíes o indopakistaníes. Y quizás la muestra de este estudio sea insuficiente, unas 1.600 entrevistas, o quizás no, pero es la percepción que los discriminados tienen sobre nuestra actitud, mientras negamos ser racistas como se ocupan de proclamar, Vox, Ayuso o el propio Feijoo. Lo que obviamente no es novedad en esta sociedad y en las derechas. Ahora, de hace un instante, uno de abril, había en España 48.196.693 residentes, el 87% de nacionalidad española (de ellos casi el 73% nacidos aquí y el resto, un 27% nacionalizados, nacidos fuera). Junto a ellos, seis millones de extranjeros incluidos los menas, que en solo dos años crecieron un 1 5%, casi un millón más. Pregúntense de razas, de religiones, culturas, color de la piel o rasgos físicos. Porque esta es la España que somos. Aunque a los hinchas, y a sus seguidores, no les guste.