La odisea de coger un taxi con un bebé

OPINIÓN

Sandra Alonso

21 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Dónde metemos al bebé?

Los abuelos ayudamos con los nietos, viajamos con las madres y suplimos carencias que el sistema no atiende, posibilitamos compatibilizar maternidad con trabajo. Pero hablemos de los desplazamientos a los aeropuertos viajando con un bebé y hagámonos una serie de preguntas. ¿Quién asume la responsabilidad de transporte en vehículo? ¿La legislación autonómica y la policía, consideran el trayecto como urbano? Sea como fuere, se agradece. Ahora bien, contratar servicio de taxi en el aeropuerto de Santiago de Compostela para ir a la ciudad, aquí… eso es otra historia. Solicitas el servicio, y la respuesta es ridícula: «¿Traen ustedes la silla?», «A ustedes los llevamos, a la niña no», respuesta insultante para una madre. Cuando preguntas qué solución tienes, te indican una columna a 20 metros de distancia, donde ver el teléfono de la central para llamar pidiendo vehículo con silla. ¿Es consciente la DGT, de que no se puede legislar sin contemplar soluciones razonables? ¿Es consciente la Xunta de que la regulación del servicio es de su competencia y no la está ejerciendo? ¿Es consciente el Concello de Santiago de que un servicio público requiere todas las condiciones exigibles? Si sale de su competencia, ¿por qué no exige soluciones para sus ciudadanos y visitantes? ¿Sabe la patronal que su responsabilidad es ofrecer un servicio público en condiciones? Por lo visto no, y lo asumimos. Nos costó una hora de espera, la próxima vez solicitaremos los servicios de una plataforma digital. Ustedes nos obligan. No sería la primera vez que una familia, a altas horas de la madrugada tiene que «convencer» al taxista de turno, para desplazarse a la ciudad.

Señores del taxi, ¿cuesta tanto empatizar con quien tiene un problema fruto del abandono e incompetencia? La suya incluida. Empaticen, ustedes también tuvieron una madre que los parió, aunque solo sea por eso. Resulta gratis. José Mariño. Santiago.

 Competencia desleal en los campamentos de verano 

Como profesional de la docencia y propietario de una escuela privada, quiero denunciar la competencia desleal que están ejerciendo las administraciones públicas al ofrecer actividades propias de centros educativos o de ocio y tiempo libre con precios que rompen el mercado, valiéndose para ello de fondos públicos pagados por todos. Ocurre en muchos ayuntamientos, pero en mi caso puedo hablar del de Salvaterra de Miño, que están publicitando «campus» de verano a precios con los que un autónomo, como yo, —con una escuela de la naturaleza (A Gorriona, en Salvaterra) con años de experiencia, y muy especializada—, no puede competir, ni ofrecer a los niños y niñas que vienen a nuestro campamento. A los padres les agradezco el esfuerzo por preferir para sus hijos la calidad, la dedicación y la experiencia a las ofertas oportunistas de operadores no profesionales, cuyo interés no se centra en los niños sino en la obtención de un dinero fácil mediante subvenciones de la Diputación que hunden a los pequeños empresarios locales con los que el Concello no cuenta. Cabe decir, que las empresas que realizan dicha labor para el Concello de Salvaterra sí les cobran a ellos precios de mercado, que pueden ser de hasta casi el triple de la oferta realizada para el público. Miguel Garrido. Salvaterra de Miño.

 «Pseudoinfluencers», imágenes de marca y organizaciones

Youtubers, instagramers, tik-tokers y tantos otros en busca de un momento de fama y poder, y empresas que consumen recursos cuyo retorno debe analizarse con el máximo rigor. El peligro de «quemar» una marca, que puede haber llevado años construir, es muy real. Hace unos días, un youtuber portugués (no siendo el único caso), quizás porque el número de seguidores necesitaba aumentar, fue protagonista de un momento triste y absurdo. En este contexto, ya no es de extrañar que probablemente muchos fueran los que deliraban efusivamente sobre el momento alcanzado por un ser necio. Todo parece valer la pena, ¿son signos de una mediocridad que se está convirtiendo en cultura? ¿Y las empresas y marcas que alimentan esta cultura sin valores? Gerentes, directores y otros en la línea de mando, en algunos —y siempre importantes— casos, parecen haber olvidado la filosofía de las organizaciones y marcas que representan y administran. La fidelización de los clientes parece ser algo que ya no importa a cambio de resultados rotundamente fugaces, que antes de abrir los ojos se traducirán en un resultado de crecimiento negativo.

  Decidir utilizar a alguien como imagen de marca es una decisión que hay que tomar con sumo cuidado, porque ya son muy pocas las «estrellas» que tienen carácter. Miguel Abreu. Oporto.

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