El amor como fuerza antipolítica

Cristina Gufé LICENCIADA EN FILOSOFÍA Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN Y ESCRITORA

OPINIÓN

16 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Una expresión como esta solo puede proceder de un pensador, en este caso pensadora; nos referimos a Hannah Arendt, autora alemana del siglo XX conocida por su obra y su relación con el controvertido e influyente filósofo Martin Heidegger. Al hablar sobre ella hemos de decidir si conviene empezar por referirnos a sus ideas políticas o a su teoría sobre el amor. En apariencia, se nos presentan como irreconciliables: no lo son; muestran la complejidad del ser humano y la necesidad de coordinar los distintos niveles de realidad en los que hemos de desarrollar nuestras vidas, con el consiguiente esfuerzo que se precisa para mantener el equilibrio entre planos tan dispares.

Para Arendt, la política se basa en el hecho de la pluralidad de los seres humanos, en las diferencias, en la heterogeneidad de puntos de vista que, a través del diálogo y la persuasión, han de convertirse en puntos de encuentro. La actividad política consiste en conciliar los antagonismos que suscita la pluralidad, que es capaz de generar libertad e igualdad entre las personas. Considerar las distintas opiniones es fundamental. El poder surge de la actuación conjunta; si fracasa el poder es cuando irrumpe la violencia. Actuar en solitario no supone un hecho político, se precisan espectadores.

En amor, todo esto se anula porque desaparece la distancia precisa en política, lo que nos diferencia, ya que el que ama elige acercarse al amado y el mundo queda borrado. «Las cualidades del corazón requieren oscuridad y protección contra la luz pública». El amor debido a la pasión destruye algo clave en política: las diferencias, el «en medio», el «espacio entre» las características individuales que revelan nuestra identidad y el mundo común que habitamos. El amor, a pesar de su extrañeza, permite descubrir con claridad a la persona amada, «…no es mundano, y por esta razón más que por su rareza no solo es apolítico sino antipolítico, quizá la más poderosa de todas las fuerzas antipolíticas humanas».

Pero los hombres y las mujeres hemos de ver el mundo de nuevo, regresar a él, conciliar experiencias tan antagónicas. «He empezado tan tarde… solo en los últimos años a amar al mundo de verdad», le escribe en una carta a Karl Jaspers, filósofo al que no le resultaría difícil comprender las profundas intuiciones de Hannah Arendt, ya que él mismo nos dice: «Todo lo que en nosotros tiene consistencia es, en su origen, amor».