Elon Musk y el caballo de Atila

OPINIÓN

Elon Musk, en enero del 2023 en Washington
Elon Musk, en enero del 2023 en Washington JONATHAN ERNST | REUTERS

28 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Algún día estudiarán en las facultades el paso de Elon Musk por Twitter. Y lo compararán con el del caballo de Atila sobre la hierba del decadente imperio romano. Más allá de las polémicas causadas por la extravagante personalidad del magnate sudafricano, es evidente que su gestión ha provocado una enorme pérdida de valor de la red social.

En su empeño por ahorrar costes y lograr ingresos, el señor del caos ha dado tantas piruetas que ha causado una enorme inseguridad a los usuarios: hace un año, cualquier tuitero estaba orgulloso de tener la insignia azul. Servía de verificadora de identidad, ejercía como marca de estatus y ayudaba a prevenir imposturas y engaños.

Ahora no está nada claro. Todo es incertidumbre. En teoría hay que pagar para tenerlo, seas un trol o una figura mundial, pero usuarios como el Nobel Paul Krugman o el escritor Stephen King niegan haber pasado por caja. Y otras personalidades que la han recuperado por iniciativa de la red se sienten mal por ostentarla. La marca de calidad y de reputación se ha convertido en la de la vergüenza.

Twitter, que pudo y debió ser una organización sin ánimo de lucro como la Wikipedia, sobrevive porque no hay una alternativa fiable. Lo sucedido abre la puerta a una reflexión: ¿tiene sentido dejar partes esenciales de internet en manos de oligarcas digitales?