Motivos para una huelga

Ramón Barreiro PRESIDENTE DE CESM-GALICIA

OPINIÓN

Sandra Alonso

15 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

A lo largo de los últimos doce años, a pesar de las graves e inesperadas circunstancias como ha sido la pandemia por covid-19 y donde creemos que los facultativos hemos estado a la altura de lo que la sociedad necesitaba, con una implicación y dedicación muy superior a lo que nos sería exigible, nuestros gobernantes han ido tomando decisiones y actitudes que, a nuestro criterio y al de la mayoría de los facultativos a los que representamos, nos han conducido a la situación actual de profunda crisis en que está inmersa la sanidad pública gallega. Y ha llegado el momento de decir ¡basta!: hasta aquí hemos llegado. No podemos más y así no vamos a seguir.

La decisión que tomó la Consellería de Sanidade en el año 2011 de eliminar las direcciones y los presupuestos, y, por tanto la autonomía, de toda la atención primaria y de todos los hospitales comarcales, marcó el principio del fin de un sistema sanitario que, a pesar de sus debilidades, daba una respuesta a las necesidades de la población más que aceptable y donde los profesionales estábamos bastante satisfechos y motivados.

Pero, sin duda, lo que nos ha conducido a la grave situación actual y a convocar esta movilización es la política de recursos humanos y la insuficiente dotación presupuestaria que han seguido las cuatro últimas consellerías de Sanidade.

Podríamos decir con absoluta rotundidad que el Sergas ha gestionado a todo el personal sanitario y, especialmente al profesional médico y facultativo, de una forma especialmente tóxica. Ha existido una actitud agresiva, un mandar sin escuchar, un menosprecio a nuestro nivel de formación y responsabilidad, a nuestros méritos, a nuestra estabilidad y seguridad. Es decir, se ha producido un hostigamiento hacia todos nosotros.

No nos han tratado bien y nos siguen tratando peor, si cabe. Eso ha conducido a tres situaciones:

—Un importante aumento del hartazgo y desánimo laboral.

—Una notable fuga de profesionales.

—Síndrome de burn-out (quemados) en muchos de los que seguimos trabajando.

Los llamados contratos basura, la sobrecarga asistencial inasumible, las bajas retribuciones, una cultura laboral prácticamente nula y la falta total de empatía, han cercenado totalmente el fundamental e imprescindible «sentido de pertenencia» al sistema y el amor por nuestra profesión y por nuestro trabajo.

Pero todo tiene un límite, nuestra ética y sentido de responsabilidad con nuestros pacientes y con los ciudadanos a los que, sin ninguna duda, nos debemos, nos llevó a demorar la decisión extrema de esta convocatoria de huelga. Era la última opción y hemos hecho todo lo posible por evitarla.

Somos totalmente conscientes de las graves consecuencias para nuestros pacientes, del dolor y sufrimiento que conlleva este tipo de movilizaciones, pero, precisamente por su seguridad y por la calidad que merecen en su atención no nos quedaba otra alternativa.

Por eso mismo, hemos aceptado unos servicios mínimos totalmente abusivos, garantizando que ningún paciente que no pueda demorarse y muchos otros sean atendidos, lo mismo que todas las urgencias, obviamente.

Ahora, con la situación actual, no es suficiente mejorar la condiciones laborales y económicas. No son ni serán suficientes las declaración de intenciones que intenta transmitir estos días tanto la directora xeral de Recursos Humanos como el propio conselleiro. Es más, las últimas manifestaciones de García Comesaña nos reiteran en que teníamos razón: no quedaba otra alternativa que esta huelga como única opción para que los facultativos de Galicia fuésemos escuchados.

Muchas comunidades autónomas tienen ya reconocidas la mayoría de las condiciones para atención primaria y hospitalaria que solicitamos.

El presidente de la Xunta y el conselleiro de Sanidade son los únicos responsables de esta situación, y en sus decisiones políticas están las soluciones a lo que reivindicamos.