De identidad, ganador

Erika Jaráiz Gulías
Erika Jaráiz Gulías EL COLOR DEL CRISTAL

OPINIÓN

CESAR TOIMIL

09 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Mientras la mayoría de los españoles participamos de las celebraciones de la Semana Santa, los partidos políticos se afanan en dar los últimos toques de la campaña electoral que se les avecina, las municipales y autonómicas que, según una creencia popular de raigambre empírica, anteceden el resultado de las generales, y, en la medida en que la historia verifica esta creencia, no seré yo la que se meta a discutir ahora sobre las probabilidades de que esta vez se repita.

Lo que sí es indudable es que esta será una de las campañas municipales y autonómicas más nacionalizadas de la historia de la democracia, porque, tras no encontrar un espacio estratégico diáfano en su competición con Pedro Sánchez, Feijoo necesita ganar, porque ese es su aval, esa es su identidad.

Pedro Sánchez quisiera esperar a la presidencia europea para empezar la competición de las legislativas, pero Feijoo necesita lanzarse ya y aferrarse a su carácter ganador para poder salir del estancamiento en que se encuentra desde hace meses. Ese es el problema del PP hoy, el que corre de boca en boca por los círculos de la derecha madrileña, el liderazgo conservador huele a agua estancada, y cuando el agua permanece demasiado tiempo estancada…

Por eso estas elecciones son tan importantes para Feijoo, porque son su oportunidad para recuperar el tono vital perdido en un espacio donde él sí es un especialista, el de la competición electoral. Se equivocaría el PSOE si creyera que Feijoo está agotado; al contrario, el Feijoo más fuerte no es el gobernante ni el parlamentario, el verdadero Feijoo, perdido en el pelotón, emerge en los últimos momentos de la carrera, incluso en el esprint final, para imponerse a sus rivales, ese es su gran valor.

Nadie duda de que será una campaña negativa, dura, en la que casi todo valdrá para ganar. El PP necesita ruido para que no se escuchen los inesperados éxitos económicos de Sánchez, ni su aparente complicidad con Europa. Pero necesita, además, alimentar el enfado interno con el líder socialista, darles una justificación para seguir enfadados a todos aquellos que se sienten molestos por la coalición con Unidas Podemos y por los vaivenes del Gobierno.

Hablaremos mucho de corrupción, de traición, de terrorismo, de separatismo, de violadores; hablaremos mucho de lo que nos produce ira; repetiremos muchas veces aquello de «ya lo decía yo», «se veía venir», «estos no trabajaron en su vida», «son unos fachas» o «defienden los privilegios de los ricos», esa retahíla de expresiones emocionales que nutren las arterias políticas y que usamos para justificar nuestro propio criterio. Porque de eso va, de tener razón nosotros. Será una campaña negativa, sí, pero es mentira que las campañas negativas triunfen porque nos manipulan; su éxito está en que nosotros nos servimos de ellas para asentar nuestras propias opiniones negativas, y hay muchos a los que les gusta ser siempre negativos y tener siempre la razón. Cómo nos conocía Van Gaal a los españoles.