Cambio de hora
¿Cuándo se enterarán en los gobiernos de la Unión Europea, de España o de donde sea que el cambio de hora con que nos castigan dos veces al año es un despropósito, una molestia que no reporta ningún beneficio? Ya no cuela el pretexto del supuesto ahorro energético, que resulta irrelevante, lo que se ahorra por un lado se gasta por el otro, y a cambio nos someten a los ciudadanos a un trastorno por alterar de golpe las horas de luz o de oscuridad. ¿Cómo se le dice a un niño el primer día del cambio que se acueste a las diez cuando él ve que aún es de día?
El primer error es funcionar con el huso horario de Centroeuropa (Alemania o Polonia), cuando tendríamos que regirnos por el meridiano de Greenwich, como Gran Bretaña o Portugal. Y encima, nos permitimos el lujo de alterar el horario en marzo y en octubre. ¿No sería mucho más racional mantener todo el año el mismo horario? Ojalá algún día los de arriba se den cuenta y corrijan este desaguisado. Carlos Tomé Seoane. Santiago.
Más de lo mismo
Esta mañana me he levantado como todos los días, a las 6.30 horas, para ir a trabajar. Pero he notado una desagradable diferencia con el viernes pasado. Entonces me despertaba de día y la luz natural me bastaba para asearme y salir a la calle. animada y alegre. Hoy, a las 6.30 era de noche cerrada y cuando salí a la calle seguía siendo de noche, con el sueño en los ojos, mal dormida y reventada.
Esto del cambio de hora dura ya demasiado. Nadie lo defiende, pero nadie lo suprime. Es una rutina cutre y perniciosa, en la que cada año se nos mueren millones de horas de sueño, se descolocan los ritmos, se retuercen las luces con las sombras… y todo para nada. En mi caso, hasta primeros de mayo no recuperaré la luz que ya tenía a finales de marzo. Estoy harta. Es posible que a nivel internacional el Gobierno deba seguir pautas comunes. Pero, al menos, que a nivel nacional corrija el doble adelanto que padecemos, que eso es muy nuestro, no lo tiene ningún país y es lo que nos hace pasar del día a la noche. Inés González de Amezúa Seijas. Madrid.
Paridad y pacifismo
Quería referirme a dos temas que están muy de actualidad.
1. Cuotas. Respecto a la paridad en los cargos públicos, ejecutivos, etcétera, no estoy de acuerdo: primero, porque eso está anticuado, ya que no hay solo dos sexos (¿binario, se dice ahora?); y segundo, porque hay que nombrar a los más aptos, competentes e idóneos para cada cargo, independientemente de otras consideraciones, así de sencillo, sensato y eficaz. La paridad solo es demagogia para la captura de votos femeninos. Una ocurrencia de Zapatero, claro.
2. Pacifismo. El pacifismo que enarbola una cierta autodefinida como izquierda es una estafa, una trampa, una gran mentira: son cómplices de los agresores. Esa postura «pacifista» (ay, cuidado con los ismos y sus derivados istas) recuerda la postura de lord Halifax y Chamberlain en el Reino Unido previa a la declaración de guerra a Hitler: querían pactar con el dictador nazi, con el resultado que se pudo ver después. También recuerda a la Francia colaboracionista con los nazis. José García Cortijo. Ferrol.
¿Qué fútbol nos dan?
Pongo este título porque la televisión que tenemos no nos da nada. Soy un gran amante del fútbol, sea cual sea, pues lo que deseo es ver buenas jugadas. En abierto no dan nada... tampoco los partidos de equipos extranjeros. En cuanto al Madrid, venga a repetir y repetir partidos de mucho tiempo atrás, como los internacionales. Alguna plataforma habla de partidos en directo y lo que televisan son pases, unas cuantas jugadas y enfocando al entrenador, que masca su chicle que parece una fiera. El Madrid conecta, el Madrid conecta.... ¿no hay otro equipo en España? Juan Espiñeira Sánchez. A Coruña.
Más cartas al director
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