«Excusatio», «accusatio» y ausencia

Nieves Lagares Diez EQUIPO DE INVESTIGACIONES POLÍTICAS DE LA USC

OPINIÓN

María Pedreda

22 mar 2023 . Actualizado a las 10:30 h.

Poco le importaba a Abascal lo que fuera a decir Tamames; en realidad, Vox había preparado esta moción de censura para el propio Abascal y él sabía que aquellos primeros mensajes, mientras las televisiones y las frecuencias de radio permanecían en directo, eran minutos incontestables para su futuro y el de su organización.

Y aun así se equivocó; porque, en el intento de lanzar golpes a todos sus adversarios, formuló un relato excesivamente disperso que lo aísla de todos y de todo. Utilizó a la prensa como refugio para su excusatio, la que nadie le había pedido ni necesitaba, pero desgranó durante minutos los adjetivos que los distintos medios le habían dedicado a la moción; y no lo hizo para negar el esperpento, sino para formular el encaje de tal esperpento en una legislatura esperpéntica, el encaje de la indignidad en una legislatura indigna, y así sucesivamente.

Abascal sabía que no podía arreglar la falta de institucionalidad que escondía la moción, y no lo intentó, solo la contextualizó dentro de ese desastre total de legislatura del que este aparente corolario formaba parte; pero a sabiendas de que ni este va a ser el corolario, ni nadie compartía las excusas que contenía su discurso.

No hablaba para la Cámara, hablaba para las cámaras y los micrófonos que retransmitían en directo, hablaba para la gente. Y por eso necesitaba atacar, necesitaba llegar a los rincones emocionales de la ciudadanía. En cinco minutos viajó por el caso Mediador, por las restricciones en la pandemia, por los que defendieron a ETA, por los separatistas, por la derogación de los delitos de sedición y malversación, por los violadores sueltos, en fin, todas las emociones en directo para que los españoles entendieran el porqué. Toda la moción de censura tenía sentido en estos cinco minutos patrióticos, bien hilvanados y técnicamente bien colocados.

Después hizo guiños al PP, ahí es donde Feijoo no quería estar, mientras Abascal expresaba su común necesidad de entendimiento, mientras ofrecía el flanco de Feijoo al golpe de Sánchez; y el golpe llegó reiteradamente. Sánchez sabía que esta escenificación de alternativa se hacía a nombre de otro, que la idea de que la moción solo tenía por objeto el adelanto electoral significaba que Abascal le ofrecía a Feijoo la oportunidad electoral, y no perdió un solo minuto en atacar esa idea.

Abascal pidió la implicación en la moción a un PP con su líder ausente, que ya había decidido su postura, y Sánchez no necesitó otra cosa que grabar esa imagen en la mente de los ciudadanos. Si alguien dudaba de cuál será la estrategia de Sánchez en la futura campaña, el debate de hoy tiene recorrido. El PP no quiere verse arropado por Abascal, al PSOE le encanta ese escenario. Habrá lío en la izquierda, pero en la derecha no quieren ni verse.

Tamames, en fin, su excusatio comenzó en 1956, en una cárcel legitimadora de tantas cosas, que aún usada de este modo sigue teniendo el valor que merece, su accusatio se hizo brillante en la anécdota del viejo intelectual sin pelos en la lengua, y en un profundo intento de no desmerecer con su semántica a quienes le propusieron para este acto. Y poco más, intrascendente, si no se llamara Ramón Tamames, porque en realidad este juego de hoy no iba con él, solo de algunos que se excusaban, otros que acusaban y uno ausente. Aunque a la tarde, los ausentes ya eran varios.