Omnipresentes ambigüedades

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

Carlos Ortega | EFE

18 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

T ras la polémica sobre el uso de la tilde como elemento desambiguador del adverbio solo y los pronombres demostrativos este, ese, aquel (y sus femeninos y plurales), habrá quien se pregunte si existe algún recurso para evitar las ambigüedades, esas expresiones lingüísticas que admiten más de una interpretación. Topamos con ellas continuamente. Pero no caemos en la cuenta de la mayoría, pues el contexto suele aclarar el sentido con el que se ha empleado el término o la frase en cuestión. El masculino genérico, por ejemplo, es fuente frecuente de ambigüedades. Así, ante el dicho El hombre es un ser social por naturaleza, cabría preguntarse si la mujer no lo es. Pero nadie se plantea esa duda, pues se percibe que se ha usado hombre con el sentido de ‘persona’, no con el de ‘varón’.

Ciertos nombres que se usan en plural con el mismo sentido que en singular también son generadores de ambigüedades léxicas, pero el contexto las evita casi siempre. Así, en Se puso los pantalones está claro que pantalones designa una sola prenda, y en Vende pantalones en las ferias no hay duda de que se refiere a muchos. Son más problemáticas las ambigüedades que obligan a pararse a analizar su sentido. ¿De qué banco se habla en Se quedó una hora en el banco? ¿Es un asiento o la oficina de una entidad financiera?

La ambigüedad es un recurso muy usado por los humoristas. Quizá recuerde el lector esta frase de Groucho Marx: «Una mañana me desperté y le disparé a un elefante en pijama. Nunca sabré cómo se metió en mi pijama». En un chiste, Gila ponía en boca de alguien o leía en un periódico algo así: «En Nueva York, un hombre es atropellado cada media hora». A lo que seguía un «Joé, cómo tiene que estar el pobre».

Los medios de comunicación también suelen ofrecer sus surtidos de ambigüedades gramaticales. Esta es de un periódico: «La reportera atribuyó a Rusia el ataque que mató a centenares de personas en una publicación en Instagram». La matanza en esta red social se hubiese evitado con otro orden de los elementos del enunciado: La reportera atribuyó a Rusia en Instagram... El descuido puede llegar a convertir en virus a un director de cine: «Isabel Coixet termina el rodaje de una película sobre una mujer con una enfermedad incurable que produce Pedro Almodóvar».

Estas ambigüedades se pueden evitar como la de Por las mañanas toma café solo. Solo hay que modificar un poco la redacción.