La nueva normalidad era esto

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

ALBERTO LÓPEZ

15 mar 2023 . Actualizado a las 17:05 h.

Aunque no lo parezca, vivimos en la nueva normalidad. Que es el estado de felicidad que nos prometieron cuando llegó de oriente el devastador virus. Entonces nos dijeron que recuperaríamos lo que dejábamos atrás y que incluso saldríamos muy mejorados. Pero tres años después no encontramos ni un solo beneficio de la herencia del covid-19. Todo lo contrario.

Hace hoy exactamente tres años que vaciamos calles y plazas y nos encerramos en casa. Con el horizonte de alcanzar pronto una vida mejor, más segura y más próspera. Y en este tiempo lo que nos ocurrió es que descubrimos que estamos en un mundo nuevo, que cambiamos nuestra forma de subsistir, que los problemas aumentaron y que mantenemos las mismas necesidades y carencias. O más.

Seguimos contando muertos. Cada pocos días nos llegan nuevos fallecimientos. Ya van 4.084 en Galicia, 119.618 en España y 6,8 millones en el mundo. Y así seguiremos, porque la expansión del mal no está controlada.

Pero, además, estamos haciendo frente a infinidad de secuelas que cambiaron nuestros hábitos. Siete de cada diez españoles dicen que su forma de vida cambió sustancialmente. En comportamientos, relaciones y limitación o disminución de ocio o viajes. Pero también en aspectos emocionales; con más tristeza, aislamiento, preocupaciones, temores y estrés. Incluso cambió la forma de pensar para un 49,4 %. Y una gran parte de los ciudadanos sigue sin superar el impacto psicológico, con ansiedad y peor estado de ánimo.

Todo este impacto nos ha llevado a modificar lo cotidiano. El trabajo, la enseñanza, las compras y el ocio lo hacemos online. Mantenemos las mascarillas para centros sanitarios y farmacias y las colas de espera porque instituciones, banca, empresas privadas y cualquier indocumentado así lo imponen, sin que nadie lo impida. Aún más. Nuestro sistema sanitario ha sido de lo más dañado por la pandemia. Especialmente la atención primaria, afectada por la falta de inversión, la situación llegó a un límite especialmente peligroso. Y los aplausos desde los balcones se tornaron en multitudinarias manifestaciones contra los recortes y el deterioro de la sanidad pública, que creíamos la mejor del mundo.

Pero es en la economía, al margen de las víctimas, donde el virus nos causó mayores estropicios. Tratábamos de superar una crisis financiera cruel y nos llegó el mazazo del confinamiento, que se llevó decenas de miles de empresas y cientos de miles de puestos de trabajo. El coronavirus nos hizo económicamente más endebles.

Estamos en la nueva normalidad, que es más otra forma de vida. Con cuestiones pendientes. Tres años después aún no se exigieron responsabilidades a quienes propagaron el virus. Ni a los que dejaron morir a más de 35.000 mayores contagiados en las residencias. Ni a quienes hicieron negocio con las mascarillas. Ni tampoco a quienes propagaron bulos y denuncias falsas. Debe de ser por la nueva normalidad.