Automoción: la política no puede ir por delante del desarrollo tecnológico

Jesús F. Lampón PROFESOR DEL DEPARTAMENTO DE ORGANIZACIÓN DE EMPRESAS Y MÁRKETING DE LA UNIVERSIDADE DE VIGO

OPINIÓN

PACO RODRÍGUEZ

04 mar 2023 . Actualizado a las 12:43 h.

La Unión Europea decidió la prohibición de la venta de coches de combustión (diésel, gasolina e incluso híbridos) en el 2035, y por tanto su producción para el mercado europeo. Una decisión que, desde el punto de vista ambiental, podríamos considerar que tiene el apoyo de la mayor parte de la sociedad. Es necesario reducir las emisiones de CO2 y no hay tiempo que perder. Por tanto, como en todos los planes, es necesario poner un objetivo y por ende unos plazos para su cumplimiento. 

Así, sin perder de vista que coincidimos en el objetivo último de este plan, lo que tenemos que decidir es si el plazo para su cumplimiento es el correcto. Según las últimas noticias, parece que desde Alemania e Italia existen reticencias acerca de ese plazo. Dos países con una importante presencia de la industria del automóvil, en los que diferentes empresas de fabricación de vehículos tienen sus centros de decisión. Aspecto muy importante y diferente al de España, segundo productor europeo, pero sin centros de decisión en nuestro país.

Volviendo al tema del plazo, parece que diferentes factores juegan en contra. El primero y más importante es tecnológico, ligado al estado del desarrollo de las tecnologías, y el segundo y derivado de este es el social, ligado a la dificultad de adquirir vehículos con tecnologías «limpias» por una gran parte de la población. Así, la autonomía, el tiempo de carga o la vida útil de las baterías, o la falta de una red de carga, son un hándicap para la implantación total de los vehículos eléctricos. Los vehículos de hidrógeno están todavía en un estado incipiente en su desarrollo. En la última ponencia a la que asistí de un director de una empresa del automóvil afirmó «que podemos tener un vehículo de hidrógeno mañana, pero costaría 100.000 euros». Otras opciones han sido puestas encima de la mesa por los fabricantes, como los vehículos de combustión alimentados por combustibles sintéticos, con combustibles no procedentes de fuentes de energía fósiles y que, aunque emitan CO2, este se compense con el proceso renovable de su creación, por lo que al final se puede considerar neutro en carbono.

En resumen, parece que el objetivo está claro, pero el plazo para cumplirlo debe ser acordado. Gobiernos, sociedad e industria del automóvil deben consensuar ese plazo, y para ello debemos dejar que las tecnologías en las que se está trabajando maduren. Una madurez tecnológica que permita cumplir con las emisiones cero y que haga asequible la adquisición de estos vehículos para la mayoría de la sociedad. En este desarrollo tecnológico, los fabricantes del automóvil tienen la clave. Los gobiernos, por su parte, pueden ayudar a que esas tecnologías sean asequibles para todos.