La gallega que volvió del horror iraní

Jorge Quindimil PROFESOR DE DERECHO INTERNACIONAL Y RELACIONES INTERNACIONALES DE LA UNIVERSIDADE DE A CORUÑA

OPINIÓN

María Pedreda

01 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La liberación de Ana Baneira por las autoridades iraníes tras casi cuatro meses encarcelada es una de las mejores noticias de los últimos días. Desconocemos los detalles de lo que sucedió, pero sabemos lo suficiente como para que la preocupación fuese extrema.

Trascendió a los medios que fue detenida en el marco de las protestas contra el régimen de los ayatolás tras la muerte de Jina Masha Amini, la joven que había sido detenida por la policía de la moral por llevar mal puesto el velo. Amnistía Internacional calcula que más de trescientas personas murieron como consecuencia de las protestas, y que hay más de veinte personas pendientes de juicio sobre las que pesa la pena de muerte.

Irán es una de las peores dictaduras del planeta (puesto 154 de 167 en el Índice de Democracia de The Economist) y una las más corruptas (puesto 147 de 180 en el índice de corrupción de Transparencia Internacional). Pero si en algo destaca Irán es en la aplicación de la pena de muerte. Según Amnistía y el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Irán el país del mundo que ejecuta a más personas, incluidos menores de edad. En el 2021 casi una de cada dos ejecuciones en todo el mundo tenía lugar en el territorio iraní (314 de 579).

Es tal la gravedad de la situación de la pena de muerte en Irán en el último año, como estrategia de terror contra los manifestantes y la población en general, que el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas aprobó ayer mismo una declaración contra la pena de muerte en el país. Entre el 2022 y lo que llevamos del 2023 fueron ejecutadas cientos de personas, y varias docenas fueron ahorcadas —incluso en grúas— tras juicios sumarísimos.

Estas protestas son las primeras que atacan los valores del régimen iraní y cuentan con apoyo de figuras con proyección internacional. Sin ir más lejos, la gran maestra de ajedrez Sara Khadem decidió no volver a Irán después de haber participado en el mundial de Kazajistán... sin velo. Vino a España como símbolo de la lucha por la libertad y por los derechos de las mujeres en Irán.

No sabemos de qué cargos podrían haber acusado y juzgado a Ana, ni tampoco las penas a las que se podría haber enfrentado. Quizá nunca lo sepamos y quizá sea mejor así.