El timo del cortafuegos político

Rubén Santamarta Vicente
Rubén Santamarta PAISANAJE

OPINIÓN

Daniel González | EFE

22 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay muchos elementos que invitan a pensar que la destitución de una parte muy relevante de la cúpula de Transportes esta misma semana es un hecho extraordinario. Porque las dimisiones o ceses en política se han convertido en algo excepcional, quizá por la sensación de fracaso que los ordena. Porque el escándalo de los trenes fantasma que no caben por los túneles había traspasado fronteras, y eso de poner colorado al Gobierno en la prensa extranjera es un plato ácido. Y porque se ha optado por la fórmula del cortafuegos para evitar quemar a una ministra, caza mayor para la oposición, y un roto importante a tres meses de unas elecciones. Ese es otro elemento que añade más pimienta al caso: las destituciones han reforzado a un barón socialista y sanchista desde el minuto uno, el asturiano Adrián Barbón, cuya mayoría no parece en cuestión, y que ha resultado tener mucha ascendencia en Madrid.

Hay otros elementos a tener en cuenta en esto que algunos avispados han dado en llamar el Fevemocho, ingeniosa analogía de la estafa con el billete de lotería falsamente premiado. Como que haya que mantener las familias políticas, cuotas —en este caso, la del PSC—, para hacer los relevos en este Gobierno.

Pero volvamos a lo del cortafuegos. Porque aquí hay una praxis política curiosa. Al Ministerio de Transportes el Fevemocho le estalla a inicios de año tras una investigación periodística, pero apenas le da importancia porque, ay, pasa en las provincias. No hay Ayuso a la que señalar, ni aparente ruido, hasta que lo generan dos barones incontrolables, el propio Barbón y el singular Miguel Ángel Revilla. Cuando el asunto llega a ser chanza nacional, se actúa de forma preventiva anunciando unos ceses de cuarto nivel cuando aún no se ha iniciado la investigación. Pero como la broma termina en algunos medios europeos, es el momento de actuar con más contundencia, y se mira al escalón inmediatamente inferior al de la ministra. Cae una secretaria de Estado que no tuvo una implicación directa en el caso, y el presidente de Renfe, que ya había dado sobradas muestras de agotamiento. De la gallega Isabel Pardo de Vera se decide su relevo mientras está de vacaciones, como contó ayer mi compañero Pablo González, y de paso la ministra Raquel Sánchez se evita una compañera incómoda en el gabinete (Pardo de Vera sabe bastante más de infraestructuras que buena parte de los puestos de confianza del ministerio, incluida, obviamente, la propia ministra). El relevo se anuncia antes de que Raquel Sánchez se lo pueda vender en exclusiva a Barbón y a Revilla. Nada es casualidad. Y antes incluso de saber los resultados de la investigación interna ordenada para asear el caso.

Coda: para Galicia todo esto no es ninguna buena noticia. Por el propio Fevemocho, porque los retrasos con los futuros trenes terminarán afectando de alguna manera a la vetusta red del norte de A Coruña y Lugo. Y porque en apenas dos años el ministerio se ha vaciado de personas que tenían a Galicia como medida de la marcha del ministerio. Así que aquí también hemos sido engañados.