Quien jamás se haya equivocado, que tire la primera piedra. Pero para esos casos de equivocación está la expresión relativa a que rectificar es de sabios.
La soberbia de Podemos es tal que, a pesar de ser público y notorio que la ley del «solo sí es sí» ha traído muchos cientos de reducciones de condenas a violadores, cuando no excarcelaciones, siguen haciendo una defensa numantina de su aberrante ley sin importarles lo más mínimos que los beneficiados por la misma son importantes aspirantes a reincidir, pues de todos es sabido que los violadores excarcelados lo hacen en un tanto por ciento estratosférico. Pero Irene Montero no quiere ver lo que a todos nos resulta más que evidente. Son ya muchos los beneficiados por su ley y por lo tanto también son legión las mujeres que están aterrorizadas por la posibilidad de reencontrarse por la calle con su agresor, además de sorprendidas por la actitud de una ministra que dice estar ahí con el único fin defender sus derechos. Sin duda curiosa forma de hacerlo. Si se pusiera a reformar la ley, y después dimitiera o la cesaran porque por mucho menos lo han hecho con otros, hasta podríamos compadecernos de ella y entender que nadie nace aprendido. Pero lo que no es de recibo es que viendo lo que está pasando su única obsesión sea la de seguir echándole un pulso al presidente Sánchez.