España era un paraíso de la piratería digital hasta hace unos pocos años. Muchos ciudadanos dominaban las artes oscuras y eran maestros en el manejo del Emule, el eDonkey, el BitTorrent y otros programas P2P. También éramos una potencia a la hora de usar servicios tan eficaces y controvertidos como Megaupload o para descubrir portales llenos de contenido sin licencia.
Se decía entonces decía que no había alternativas de pago de fácil acceso. Y que la gente se buscaba la vida. Aquel discurso exculpatorio no estaba mal tirado. Mejoraron las conexiones a Internet, llegaron Netflix y otras plataformas de televisión y videojuegos (como Steam) y los hábitos de consumo cambiaron por completo. Muy poca gente usa hoy aquellos programas de descargas. Por regla general, las nuevas generaciones ni siquiera saben de su existencia.
Ahora que Netflix ha emprendido una cruzada contra la picaresca y quiere acabar con las famosas cuentas compartidas, podremos medir si el cambio fue real y si, como nación de naciones, ya nos da pereza buscar tesoros en sitios oscuros. Yo creo que ya no hay vuelta atrás. Que hemos arriado la bandera de las tibias y la calavera. Pero también sostengo que muchos buscarán la forma de saltar los bloqueos. Y que el gran derrotado de esta maniobra puede ser la plataforma estadounidense. Hay muchas alternativas. ¿Se consideran imprescindibles?