Sin industria no hay puertos
OPINIÓN
La comarca de Pontevedra ha convivido estos últimos años con la angustia y la incertidumbre de cientos de trabajadores que vieron muy de cerca la posibilidad de perder su empleo o enfrentarse al desarraigo que supone abandonar sus proyectos de vida en la zona y al desasosiego de empezar de cero.
Desde el Puerto de Marín lo hemos vivido con ellos, a su lado en todo momento, compartiendo, primero, la preocupación por garantizar la estabilidad de los trabajadores y sus familias, y, después, por el tejido industrial que, junto a Ence, se vería abocado a cesar su actividad con el temido cierre de la factoría. Por eso, el primer pensamiento al conocer el fallo del Supremo fue para todas esas personas que han luchado sin descanso para evitar el desmantelamiento de su medio de vida. Pero también para todos los trabajadores portuarios, tanto de la Administración pública como de empresas auxiliares, transportistas y pequeños autónomos, cuya actividad depende de una u otra forma de la fábrica de Lourizán.
La repercusión del hipotético cierre de Ence para un puerto de interés general como el de Marín y en una comarca escasamente industrializada como la de Pontevedra habría sido sumamente grave, como hemos reiterado en numerosas ocasiones: unas 400.000 toneladas de pasta de papel embarcadas, junto a las 100.000 de astilla de madera desembarcadas, suponen cerca del 20 % del total de mercancía que mueve el puerto anualmente. Un puerto donde existe una terminal cubierta, instalación pionera en España, especialmente dedicada a operar con el centenar de barcos que cada año llegan a cargar pasta de papel a Marín.
La comarca de Pontevedra tiene un importante reto industrial por asumir. Debemos ser muy conscientes desde todas las instituciones de que sin industria que fije población en el entorno no hay posibilidad de proyectos de futuro para las nuevas generaciones. Los puertos gallegos contamos con una ubicación privilegiada en la fachada atlántica y con modernas infraestructuras que prestan servicios de alta calidad, pero con esto no basta, no somos entes aislados. Al contrario, los puertos son un eslabón más en una compleja cadena logística de mercancías que está al servicio de la industria instalada en su área de influencia. Sin empresas que creen empleo y generen actividades auxiliares en nuestras comarcas, no hay puertos.
La razón de ser del trabajo diario de la comunidad portuaria es posibilitar proyectos de vida en el entorno. Con esa responsabilidad adquirida y asumida es con la que la Autoridad Portuaria participó activamente en este proceso judicial, con la presentación de recursos ante el Supremo y la puesta en marcha de las primeras acciones para incorporar los terrenos que ocupa Ence a la zona portuaria.
Por eso, y a la espera de conocer el contenido íntegro de lo dictado por el Tribunal Supremo, mi más sincera felicitación a todos los trabajadores, a todas las personas que se han dejado la piel estos años para que, ellos mismos ahora y muchos jóvenes después, cuenten con opciones de vida y de futuro en su propia tierra.