Cáncer: cuando solamente podemos acompañar

Carlos Hernández Fernández PROFESOR DE SOCIOLOGÍA Y TRABAJO SOCIAL DE LA UNIVERSIDAD PONTIFICIA COMILLAS

OPINIÓN

María Pedreda

07 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando a un familiar o a un amigo le diagnostican un cáncer nos ponemos a buscar, con la mejor intención, recursos personales para acompañarle de la mejor forma. Posiblemente nos preguntemos qué decirle, qué hacer o cómo hablarle. Muchas veces, buscando evitar su sufrimiento emocional, tratamos de distraerle, de no dejarle hablar de la enfermedad, de subirle el ánimo con palabras frívolas o de asegurarle que todo irá bien. A veces incluso tendremos la tentación de desaparecer para no molestar. Y, sobre todo, nos sentiremos impotentes cuando comprobamos que no tenemos la varita mágica del acompañamiento.

Como describe el libro Un intruso en la familia, acompañar es algo más que ir junto a alguien; acompañar es compartir las emociones, las inquietudes y, también, los malos momentos de la enfermedad. Este acompañamiento emocional requiere de tres actitudes que resultan al otro tremendamente reconfortantes y sanadoras: la escucha, la empatía y el respeto.

Escuchar. Escuchar significa vaciarnos de la necesidad de hablar, adoctrinar o aconsejar para centrarnos en el que sufre la enfermedad. Probablemente no sea cómodo o no nos guste lo que oímos, pero nuestro familiar con cáncer no espera que le animemos, ni que quitemos importancia a su dolor. En muchas ocasiones tan solo necesita compartir lo que está viviendo, narrarnos su historia y su sensación de incertidumbre, y eso solo lo podrá lograr si estamos dispuestos a escuchar con los sentidos y con el corazón.

Empatizar. La empatía es esa capacidad que tenemos para entender y conectar con los sentimientos del otro, sin juzgarlos. Esa actitud que nos permite ponernos en el lugar de la otra persona, desde su forma de vivir con la enfermedad. A veces basta con que entendamos su dolor, su tristeza o su rabia, sin juzgar; a veces es tan sencillo, o tan complicado, como saber ver desde su mirada y tratar de entenderle.

Respetar. Cuando la enfermedad se complica, es posible que el paciente tenga que tomar decisiones de vital importancia. Decisiones sobre si someterse o no a determinados tratamientos, sobre cuestiones de estética, o sobre su estilo y forma de vida. Acompañar desde el respeto es entonces fundamental, ofreciendo nuestra opinión, pero aceptando su voluntad y apoyando sus decisiones.

Acompañar a un familiar o amigo con cáncer es sencillo y complejo a la vez, pero si logramos reunir estas tres actitudes, escucha, empatía y respeto, seguramente le estemos haciendo mucho más llevadera su pesada carga.