Aún muchos lo conocen como Petróleo y ese sobrenombre dice mucho de él. No solo porque sea una mina sino porque ese papel lo configuró como una persona cercana y sencilla, e infinitamente sabia. Los que tratan a Luis Zahera saben que tiene mucho de ese Petróleo, que es de esos tipos esenciales, a los que les furula la cabeza y que no se enredan en las miserias de los otros ni de la fama. Y ahí está, tantos años después de que hiciera de Petróleo, o de aquel cartero que acompañaba a Socorrito en Luar, sacando pecho como uno de los mejores actores gallegos. El público siempre acierta y a Zahera la gente lo quiere bien. Y él, lejos de venirse arriba en la tontería y de acomodarse en lo fácil dentro de su profesión, no le ha hecho ascos a nada. Se ha fajado en el terreno y ya desde hace un tiempo, todo ese esfuerzo, todo ese pico y pala, le está dando sus frutos. Lo hemos visto ahora, con ese papel feroz que le ha dado la estatuilla de nuevo como el mejor actor de reparto por As bestas. Y aunque él es un protagonista como la copa de un pino, se ve que los directores lo escogen como esos secundarios imprescindibles de la película. Le pasó a muchos de los grandes actores, desde José Luis López Vázquez a Alfredo Landa, que se han quedado en nuestra memoria. Luis Zahera está ese nivel de los indispensables, de los esenciales, de los que el cine necesita, de los que los espectadores reclaman. Y sí, es una bestia. Un actorazo que se merece todo lo mejor.
