La batalla de Shakira

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

EuropaPress

15 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Si Piqué fuera un cantante (uno que se dedique a la música, quiero decir) estaríamos ahora disfrutando de la réplica como hacían en su tiempo los lectores de Góngora y Quevedo («yo te untaré mis obras con tocino porque no me las muerdas, Gongorilla»).

El ajuste de cuentas es un género literario en sí mismo que trabajaron desde Kafka, en su Carta al padre, hasta Luisge Martín en Mi vida al revés o el propio Vilas de Ordesa. Suelen ser ajustes de cuentas de hijos a padres y madres, sobre todo cuando ya están muertos, cuando uno escribe con mayor libertad y menos riesgo (a recibir un capón, por ejemplo). Eso hizo vilmente con su padre literario Francisco Umbral cuando publicó Cela, un cadáver exquisito, con el cuerpo de aquel aún caliente, que es como hacerse una foto junto al león ya muerto. A mí lo que me gusta de Shakira es que haya Shak (ado la) ira y se haya enfrentado a cara descubierta a su ofensor, preparada para la batalla, como Quevedo con el Conde Duque de Olivares («no he de callar por más que con el dedo, silencio avises o amenaces miedo»).

Cuando uno vive para el público y mueve las caderas o pega patadas ante millones de personas no puede achicarse ante el pudor doméstico o la intimidad de alcoba. Se abren las ventanas y que entre el vendaval que está llamando insistente y dramático, con urgencia, en los cristales. Eso sí, qué pena que Piqué no haya cambiado un libro de Planeta por uno de Ediciones del Viento. Yo ahora me estaría forrando. Pero me temo que no sea mucho de leer.