El juez Llarena, un buen amigo

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

CÉSAR DELGADO

14 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Puigdemont está depre. Y muy enfadado. Tanto, como quienes aguardaban su regreso para agasajarlo o utilizarlo de dardo contra la reforma del Código Penal y sus promotores. Pero como en derecho todo es opinable e interpretable, el juez Pablo Llarena acaba de poner fin al sueño de unos y otros. De momento. Puigdemont puede regresar cuando quiera, aunque hará frente a penas de prisión de hasta doce años.

Pero, aun con la nueva situación, hay quienes deben estar felicitándose, ya que la resolución les favorece tremendamente. Porque el dictamen judicial de retirar el delito de sedición y no el de malversación, que posibilita que el huido pueda ser entregado por cualquier país, echa una mano impagable a Pedro Sánchez y a sus socios de ERC. Es evidente que sin quererlo, porque lo que buscaba la reforma del Código Penal es exactamente lo contrario de lo que decide Llanera. Así que, llegados a este punto, la decisión para un año electoral es de gran ayuda. Como si llegara de un buen amigo.

Tal es el favor realizado que el Gobierno, pese a las duras descalificaciones del magistrado a la revisión, no entra a la batalla, limitándose a mostrar su «respeto absoluto a las decisiones de los tribunales», que es lo que se hace cuando no se quiere intervenir. Aunque dejando el recado de que «los hechos ocurridos en Cataluña en 2017 eran delito con el Código Penal anterior y son delito tras la reforma actual».

Pero, aunque no lo reconozcan, los grandes beneficiados por la resolución son Sánchez y Aragonés, porque otra decisión del magistrado les supondría un serio contratiempo al tener que hacer frente a un regreso triunfal del líder de la revolución de los señoritos, con un rosario de homenajes, honores y veneraciones. Además de su participación en la campaña. Sabemos que el presidente Sánchez apuró hasta la extenuación todas las reformas discutibles para tener por delante un año despejado de asuntos polémicos. Y, aunque no comparta la decisión de Llanera, sabe que le acaba de echar una mano. También para no tener que sufrir las críticas de que pone una alfombra roja al rebelde.

Y lo mismo ocurre con Aragonés y su prole. La aversión y la fobia que se profesan los independentistas les habría supuesto un grave problema. Bastante tendrán con soportar que solo el 4,2 % de catalanes cree que el procés acabará en independencia, según el Instituto de Ciencias Políticas y Sociales.

Y es que ya dijo, con lágrimas en los ojos, aquel personajillo de cuyo nombre no quiero acordarme que no hay mal que por bien no venga. Que es lo que deben estar pensando Sánchez y Aragonés.