Debate: ¿Cómo afectará a las familias la rebaja del IVA en alimentos y la eliminación de las bonificaciones a los combustibles?

El 1 de enero entraron en vigor bajadas fiscales en productos básicos de la cesta de la compra y la concesión de un cheque para las familias más necesitadas, al tiempo que desapareció el descuento en la gasolina

Los expertos concuerdan con que las medidas para contener el precio de los alimentos no tendrán apenas repercusión en el bolsillo de los consumidores, pues las rebajas fiscales no afectan a los productos principales, como son la carne y el pescado, entre otros factores. Además, la implantación del impuesto al plástico repercutirá en los precios y se comerá cualquier posible rebaja.


Juego de suma negativa para las familias

Una semana después de la entrada en vigor del último paquete de medidas aprobado por el Gobierno, hay pocas dudas en torno al efecto total que tendrá sobre las finanzas familiares. Dentro del escaso margen que tiene un Ejecutivo que no tiene política monetaria propia para embridar la inflación, las medidas son aún más restringidas y actúan sobre lo menos efectivo: la demanda. La exención temporal del tipo superreducido y rebaja del IVA reducido sobre algunos productos alimenticios o el cheque de 200 euros impactan sobre la demanda, pero no sobre la oferta, cuando el margen real de ayuda que un Gobierno tiene sin política monetaria es hacer todo lo posible por aumentar la oferta de productos para provocar la bajada de precios. 

Tanto la bonificación de los tramos del IVA superreducido y reducido como el importe del cheque apenas supondrán entre el 2,5 % (que es aproximadamente el tipo efectivo del régimen superreducido de IVA) y el 3,3 % de ahorro promedio sobre la cesta de la compra. Este cálculo está hecho sobre la base de que se haga una traslación simétrica de la bajada del IVA al precio del producto final, cosa que no es siempre así. Dependiendo del grado de competencia y del tipo de establecimiento (gran superficie o pequeño comercio), esto será posible o no. Por otro lado, está la obtención del propio cheque y el uso que se haga de este.

Mientras que los beneficios de estas medidas no están claros, sí está claro el encarecimiento del combustible por la eliminación de la bonificación de veinte céntimos el litro. Cuando se puso en marcha este descuento se hizo bajo la misma filosofía equivocada de subvencionar la demanda, a riesgo de que se produzca un crecimiento del consumo del bien bonificado. Es lo que ha sucedido con los carburantes durante este más de medio año de vigencia de la medida, donde el consumo ha seguido subiendo (+3,3 % interanual hasta octubre) cuando lo necesario hubiera sido un estancamiento o incluso una caída, como sí ha ocurrido en el segmento de la demanda industrial.

El efecto neto de estas dos grandes áreas de intervención será negativo (las proporciones sobre la cesta de la compra y la magnitud de cada medida son muy desfavorables a corto plazo), si bien no se puede precisar en cuánto exactamente.

La cuantía total dependerá de cómo se comporten los precios de mercado tanto de los alimentos como del combustible en los próximos meses. Por lo pronto, en el caso de los alimentos, la tendencia no ayuda (+15,8 % interanual en noviembre), pero sí ayuda en el caso de la energía y suministros (-5,2 % interanual también en noviembre). Debería ser aún más contundente la bajada del coste energético para que el balance sea positivo.

Autor Javier Santacruz Economista

Medidas ineficientes que no cumplirán con su objetivo

 A los pocos días de introducirse la rebaja del IVA en ciertos alimentos resulta complicado hacer una valoración de su impacto real, ya que en algunos establecimientos aún no se ha repercutido este descenso, al posponerse hasta que hagan un nuevo pedido de mercancía, con el nuevo IVA en su factura. Además, su efecto será muy reducido al tratarse de bienes de base impositiva baja (por su menor precio) por lo que la bajada del IVA del 4 % al 0 % en productos como el pan será prácticamente imperceptible en la compra mensual.

Por otro lado, hay otras cuestiones que se deben analizar. Por una parte, la no aplicación de la reducción del impuesto sobre los productos que más encarecen la compra de las familias, pescado y carne, será otro de los factores que determinen el impacto real sobre el gasto familiar. Por otro lado, se puede dar la paradoja de una sustitución de estos alimentos, en la dieta diaria, por pasta o patata, de los cuales, ya de por sí, aumenta la demanda al disminuir la renta, por lo que nos alejaremos aún más de la dieta equilibrada que deberíamos mantener.

Y en la ecuación hay que introducir el nuevo impuesto sobre los plásticos aprobado por el Gobierno, que podría repercutirse sobre el consumidor, con lo que, la rebaja fiscal no tendrá un efecto real sobre el precio final del producto. Eso sí, el Estado recaudará, según algunas previsiones, más que lo invertido en el cheque alimentario y la propia rebaja del IVA.

Pero, además, en el mismo paquete de medidas aprobadas se elimina la bonificación a los combustibles, a pesar de que los precios de estos productos siguen estando por encima de los que pagábamos antes de la aplicación de esta rebaja y que, en muchas familias, tendrá un impacto que eliminará completamente el ahorro real en la cesta de la compra.

En definitiva, si sumamos la eliminación de la bonificación a los carburantes para los particulares a la introducción del nuevo impuesto sobre plásticos, más la exclusión de la reducción del IVA en alimentos como la carne y el pescado, todo parece indicar que las medidas establecidas van a impactar, en su conjunto, negativamente sobre los bolsillos de los ciudadanos, por lo que van a ser totalmente ineficientes, al no cumplir el objetivo para el cual fueron diseñadas.

Si a esto le sumamos que las previsiones del precio del gas, la electricidad y la gasolina parece que no darán tregua a los bolsillos de los españoles durante este año 2023, no parece que vayamos a notar mejoría en nuestro poder adquisitivo.

Autor Maite Cancelo Profesora de Economía de la USC
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