Debate: ¿Debería prohibir España fumar, como ha hecho Nueva Zelanda?

Los expertos coinciden: el tabaquismo es tremendamente perjudicial para la salud de las personas y la sociedad en general, por lo que deben tomarse medidas definitivas para acabar con esta adicción.

Cada año mueren en España una 60.000 personas por patologías asociadas al consumo de tabaco. Muchos países llevan años tomando medidas encaminadas a acabar con esta adicción definitivamente, y entre ellos destaca Nueva Zelanda, que ha prohibido fumar a todos los nacidos a partir del 2009. Una decisión que ha llamado la atención pero que los especialistas consideran que debería aplicarse también en nuestro país, además de incrementarse los precios de las cajetillas y apoyar económicamente los programas de deshabituación.


¿Es posible un mundo sin tabaco?

La reciente noticia de que Nueva Zelanda va prohibir fumar a los nacidos a partir del 2009 parece curiosa, pero es real. La tendencia de los países desarrollados es restringir el consumo de tabaco hasta erradicarlo en pocos años, basado en el Acuerdo Marco para el Control del Consumo de Tabaco de la OMS, firmado por 177 países del mundo, España incluida.

En Nueva Zelanda, como en otros países, se han tomado medidas decididas para su control desde hace décadas. Por ejemplo, allí una cajetilla cuesta 21 euros. Aquí, sobre 4,5. Sabemos que a mayor precio de un producto, menor consumo. Con esta y otras medidas han logrado un descenso de los fumadores: solo fuman el 8 % de los adultos. En España, un 21 % (el 16 % de las mujeres y un 23 % de los varones).

No tenemos que ir tan lejos para ver que en Europa tenemos ejemplos similares. En Suecia solo fuma el 5,6 % de la población. Desde los años 80 decidieron tener una generación de no fumadores, objetivo que esperan conseguir en el 2025. Se acercan al objetivo. La Unión Europea espera erradicar el consumo de tabaco en el 2040. También en España. ¿Por qué en esos países han avanzado tanto? Porque es una prioridad sanitaria y social, como también lo son el alcohol y las drogas ilegales.

Si alguien tiene dudas de la necesidad de dejar de fumar, o de que los jóvenes no se inicien en el consumo, no debemos olvidar que fumar es la primera causa evitable de enfermedad y muerte. En España todos los días mueren prematuramente 143 personas por fumar cigarrillos; 52.000 al año. Y aunque no salen diariamente en las noticias, no dejan de producir un enorme sufrimiento humano y coste sanitario.

Las medidas que van tomando los países van en la dirección correcta. Aquí van lentas. Por ejemplo, habría que subir el precio del tabaco linealmente a 10 euros de golpe, e ir incrementando el precio hasta llegar a los 25 euros en diez años. Esto llevaría a que descendiesen los fumadores actuales a la mitad en poco tiempo. Con ello, se reducirían muchas enfermedades y muertes en miles de fumadores. Al ser más caro, pocos adolescentes se iniciarían en el consumo.

Al contrario que en otros países, las medidas que se están tomando aquí son más lentas. Los que defienden sus intereses económicos, que no de la salud, las critican. Pero no hay duda de los efectos negativos del tabaco. Los avances en su control son importantes. Hoy podemos vislumbrar varios países sin fumadores en pocos años, como Nueva Zelanda. Aquí tendremos que esperar más. Se comenzaron a tomar medidas más tarde, con atrancos, y hay una gran tolerancia social ante el tabaco, alcohol, cannabis, juego, etcétera.

Pero, por muchas resistencias que haya, los avances son imparables y ver un mundo sin tabaco está hoy mucho más cerca que ayer.

Autor Elisardo Becoña Catedrático de Psicología Clínica de la USC

Una pandemia de 60.000 muertes al año durante décadas

Estos días los medios de comunicación españoles se hacían eco de la iniciativa neozelandesa de prohibir comprar productos de tabaco a las personas nacidas desde el 1 de enero del año 2009 en adelante, durante toda su vida, mediante una ley aprobada en su Parlamento y que afecta, desde ahora, a los menores de 14 años. Esta era una ley anunciada hace un año y que ahora ve la luz, y que, de hecho, supone una prohibición futura de vender labores de tabaco en el país, ya que su uso queda restringido a las personas de mayor edad y, a medida que los jóvenes vayan cumpliendo años, cada vez habrá menos personas libres de esta prohibición.

El consumo de tabaco es la primera causa de mortalidad prematura evitable en la población. Este es un hecho indiscutible en este momento y que supone un grave problema de salud pública que además compromete recursos económicos, sanitarios y sociales para la atención a la patología derivada del consumo de tabaco, suponiendo un número importante de muertes asociadas, un descenso de la calidad de vida de muchas otras y una pérdida de capacidad productiva y de relación social importante, además de los ingresos hospitalarios y tratamientos ambulatorios asociados a patologías como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), el cáncer de pulmón o la patología cardíaca isquémica.

Nueva Zelanda es una sociedad mucho más joven que la nuestra, con una gran proporción de población de origen inmigrante europeo y, por tanto, sería lógico pensar que somos nosotros los que deberíamos dar ejemplo, pero es justo al contrario. Su sistema de salud cree en la necesidad de vivir en un país libre de humo del tabaco en el 2025, y lleva muchos años emprendiendo acciones destinadas a este fin, que pueden suponer pequeños logros, pero que no se han interrumpido desde que se iniciaron.

En España, también los expertos y las sociedades científicas abogan por conseguir el tobacco endgame, una cifra de consumo del 5 % o menos de la población, para el 2030, pero este objetivo no se ha visto acompañado siempre de medidas legislativas e institucionales en esa dirección. Es más, la prevalencia de consumo de tabaco en España es de 1 por cada 5 personas de más de 15 años, pero a los 18 años un 40 % de los chicos y más de un 30 % de las chicas ha consumido tabaco en el último mes, lo que supone un mantenimiento de este hábito en el futuro; incluso después de la peor fase de la pandemia de covid-19, los datos de consumo no han mejorado. Además, en población joven el papel de modelo de las redes sociales y los influencers tampoco es siempre favorable a los hábitos saludables.

La iniciativa neozelandesa frente al tabaco parte de unos supuestos muy similares a los españoles, incluso con menor impacto a nivel global (la población adulta neozelandesa tiene una prevalencia de consumo diario de un 8 %, frente a casi un 20 % en España, y se estiman unas 5.000 muertes anuales en Nueva Zelanda asociadas al consumo de tabaco, frente a casi 60.000 en España), pero con una especial importancia en la desigualdad del daño; la población aborigen (maorí) y las personas con menos recursos económicos consumen más tabaco y tienen más patología asociada, especialmente las mujeres. Además, la medida trata de proteger a las generaciones futuras, evitando el inicio en el consumo y, por tanto, la necesidad de atención o mitigación de sus consecuencias para la salud, así como de la deshabituación.

Con respecto a los datos de España, se ha publicado este mes un estudio del grupo de Medicina Preventiva y Salud Pública de la USC que, sobre datos de los 30 últimos años, muestra que el impacto del consumo de tabaco tiene un especial impacto en la mortalidad de las mujeres, con un incremento durante ese período de 42 veces para cáncer de pulmón y 25 veces para otros tumores. Ya de por sí, las muertes anuales asociadas al consumo de tabaco (60.000/año) suponen más que la mortalidad por covid-19 en España (120.000 muertes en dos años y medio), y refleja una pandemia mantenida, al menos durante los últimos decenios.

Con estos datos, las actuaciones neozelandesas han sido rigurosas, progresivas y adecuadas a las recomendaciones de los expertos y las sociedades científicas: limitación del consumo en lugares públicos, incremento del precio del tabaco (el mismo paquete de tabaco cuesta 22 euros en Nueva Zelanda frente a 5 Euros en España), reducción del número de puntos de venta, límites de la publicidad, incluso en los propios paquetes que no reflejan marcas, el denominado «empaquetado genérico», que ya se utiliza en una veintena de países, y una medida muy importante y reclamada por los profesionales sanitarios, el apoyo explícito financiado a los programas de deshabituación tabáquica, necesarios para ayudar a que los fumadores dejen de serlo, y que deben ser accesibles a toda la población que los necesite.

Pese a que algunas de estas medidas pueden coyunturalmente ser vistas como perjudiciales por algunos sectores de la población (industria tabaquera, hostelería, expendedurías de labores de tabaco, etcétera) hay que tener en cuenta que se trata de medidas de salud pública importantes, que van más allá del ámbito individual y que persiguen mejorar la salud poblacional.

Dichas medidas tienen como fin último la protección de la salud de la población, no solamente de los fumadores activos, máximos perjudicados de un hábito poco razonable, sino también de los fumadores pasivos, expuestos a un humo no voluntario, así como de aquellos que se beneficiarán de no tener que emplear recursos públicos sanitarios en atender la patología relacionada con el consumo del tabaco. Como se ve, todos ganamos en esta lucha y no emprenderla con la convicción de ganarla es dar la batalla por perdida.

Autor Víctor del Campo Jefe de Medicina Preventiva del Área Sanitaria de Vigo
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