Atraco a las 9 en Beirut

Yashmina Shawki
yashmina shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

WAEL HAMZEH | EFE

19 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

¿El título les resulta familiar? Seguro que sí. ¿Quién no ha visto alguno de los clásico como Atraco perfecto, de Stanley Kubrick, Atraco al furgón blindado, de Richard Fleischer, o la genial comedia de José María Forqué Atraco a las tres? La ficción ha reflejado, con diversa suerte y calidad, la preparación, ejecución y consecuencias de los robos más sonados, los más inverosímiles y los más trepidantes que la mente humana puede imaginar. Un entretenimiento que puede hacernos reflexionar sobre cuáles son los motivos que impulsan a una persona a intentar apoderarse de lo ajeno y disfrutar una vida mejor de la que ya tiene: pobreza, avaricia, vicio, etc. Infinitos los motivos como infinitas las consecuencias. 

Sin embargo, la realidad siempre supera a la ficción, hasta el punto de obligar a una persona a entrar armada en una sucursal bancaria para poder sacar dinero de su propia cuenta bancaria. La oleada de atracos que se están viviendo en el Líbano en los últimos meses responde a este patrón. Personas desesperadas ante la prohibición gubernamental de extraer más de 400 dólares al mes, deciden atracar una oficina bancaria para obtener lo que es suyo. Viral se ha hecho el caso de Sally Hafiz, quien, tras retener con una pistola de juguete a los empleados de una sucursal, pudo hacerse con los 13.000 dólares de su cuenta para pagar el tratamiento médico que su hermana enferma de cáncer padece. La joven manifestó que barajó la posibilidad de vender un riñón para obtener el dinero necesario para salvar a su hermana, pero después se decantó por hacerse con lo que era suyo, tras haberlo solicitado por las buenas un par de días antes.

Líbano vive una situación de estancamiento económico desde el 2019, derivada de la corrupción y el nepotismo político, y agravado por el efecto de la pandemia, que ha obligado al Gobierno a declarar un corralito en el país que, hasta comienzos de los setenta, fue la Suiza de Oriente Próximo. Otro daño colateral del expansionismo iraní cuyo máximo exponente es el control político de Hezbolá en el país del cedro.