Sufrimiento innecesario

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

Maricel Blanch | EUROPAPRESS

14 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Existe un ejercicio muy saludable y noble que ya puso en práctica alguna que otra celebridad y que consiste en dar la cara y decir «lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir». Y estaría bien que eso hicieran todos cuantos en los últimos meses nos acosaron y atormentaron con sus previsiones catastrofistas. Porque después de describirnos una tragedia económica y social, la situación poco o nada tiene que ver con lo anunciado. Y aunque hay que afrontar el futuro con prudencia, no podemos olvidar lo que nos hicieron sufrir. Un sufrimiento innecesario que originó importantes daños. Desbaratando planes personales y empresariales.

Pareciera un complot. Organismos internacionales, nacionales, estudiosos, centros de estudio, parlamentarios, opositores, economistas, adivinos, alarmistas, alborotadores, los del «cuanto peor, mejor» y demás palmeros llevan tiempo dibujando para España un panorama que, por lo visto, no se corresponde con la realidad. Llegados a este punto del año, la tormenta no ha llegado y la situación poco tiene que ver la de países del entorno y del otro lado del Atlántico.

El largo puente que acabamos de vivir nos deja una fotografía clara de la situación económica de nuestro país. Aeropuertos, autopistas y aceras atiborradas de gente. Calles y centros comerciales colapsados. Hoteles rozando la ocupación máxima. Restaurantes saturados y adelantando abarrotes para las cenas de empresa navideñas. Puede gustar o no, pero esta es la realidad. Que llega en un momento en el que Hacienda y el Banco de España certifican un aumento desmesurado de los beneficios empresariales, que están recuperando parte de los perdidos en la pandemia.

Tenemos la inflación, alta, eso sí, pero la más baja de la UE; por cierto, de la que el 83 % procede de esos beneficios empresariales que, según el Banco de España, crecieron siete veces más que los salarios. El paro, aún sufriendo la mayor tasa de la zona europea, continúa descendiendo. Los afiliados a la Seguridad Social baten récords. El comercio al por menor se recupera. Optimismo en el sector turístico, con buenas perspectivas y un consumo general más que aceptable.

Y ahora el FMI y la Comisión Europea, dos de los que nos martirizaron con sus previsiones, nos dicen que el conjunto de nuestra economía crecerá el triple que la zona euro. El New York Times elogia las medidas tomadas para «proteger a la población más vulnerable del país» y el prestigioso The Economist, en la misma línea, reprocha que «los españoles son demasiado gruñones» respecto a países en peores condiciones.

Pero no es que seamos gruñones, que también. Es que nos aseguraron que «España está en quiebra» y que «la economía sigue en la UCI». Que éramos de lo peorcito que había. Y, claro, los creímos y nos infligieron un dolor y una angustia innecesarios. Que puede que lo hicieran para alborotar y crecer en sus aspiraciones al precio que fuese. Aunque no lo creo.