Tope al precio del crudo ruso

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

TATIANA MEEL | REUTERS

05 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Nunca tan certero como en los últimos años el viejo proverbio de que el humano es el único ser que tropieza dos veces en la misma piedra. Ya en la tercera década del siglo XXI, se esperaría que nuestra especie hubiera aprendido de la trayectoria histórica y, dada la velocidad del avance en el desarrollo tecnológico y científico, hubiera alcanzado la suficiente madurez como para lograr una sociedad mejor y más justa. No voy a relatar aquí el sinfín de conflictos, injusticias y desigualdades que afectan a todos y cada uno de nuestros países, ni el reparto desigual de las bondades que nuestra vida nos ofrece en Occidente frente a los estados menos desarrollados, ya que son de sobra conocidos. Pero sí me gustaría recordar que, tras las diversas crisis económicas y la pandemia del covid, seguimos sin reaccionar para poner en marcha los cambios imprescindibles para frenar esta deriva autodestructiva.

La conferencia sobre el cambio climático del mes pasado se saldó, una vez más, con un magro y frustrante resultado debido a la disparidad de intereses y criterios de los países representados. Por otra parte, la guerra de Ucrania ha puesto en jaque a Europa por el monopolio en el suministro de gas y los otros productos derivados del petróleo proveniente de Rusia, evidenciando que nuestro modelo energético está obsoleto, es ineficiente, vulnerable y susceptible de provocar una crisis como la actual. No hemos aprendido nada desde la primera crisis del petróleo de 1973. En medio siglo hemos sido incapaces de desarrollar la tecnología adecuada para abastecernos de energía renovable a un precio asequible y razonable. Los pingües beneficios obtenidos por las grandes corporaciones energéticas y su influencia en los gobiernos han frenado la lógica evolución de nuestra especie sobre este planeta. Por otra parte y pese a que, paradójicamente, cada vez hay más productores de petróleo, somos incapaces de salir de este círculo vicioso. Lo único que se nos ocurre es topar el precio del petróleo ruso a 60 euros, lo que no solo no frenará al Kremlin, sino que pondrá en jaque a las navieras y a los países más cercanos a Ucrania, agravando un conflicto que amenaza con prolongarse más de lo que nadie se hubiera imaginado.