¿Qué hacemos con los coches de más de 15 años y diésel?

José Luis Gata RESPONSABLE DE DESARROLLO DE NEGOCIO DE SOLERA (COMPAÑÍA DE SOLUCIONES DE INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y DATOS PARA TODOS LOS INTERVINIENTES EN EL ECOSISTEMA DEL AUTOMÓVIL).

OPINIÓN

PRADERO

05 dic 2022 . Actualizado a las 20:27 h.

En un momento en el que se habla mucho de vehículos eléctricos, resulta que el coche que más se vende es diésel y tiene más de 15 años. Sabemos también que aún hoy parte del parque español se compró en pesetas. Estas son dos muestras del progresivo envejecimiento del parque en España, que es ya un problema crónico. Galicia no es una excepción. Una tercera parte de su parque tiene más de 15 años y es diésel. Son los vehículos de antes de la crisis del 2008, cuando se vendían un millón y pico largo en nuestro país y se fomentaba la dieselización. Esos coches, casi sin darnos cuenta, han envejecido y forman un grupo muy numeroso.

Sin embargo, llegamos al presente y al futuro con una movilidad que mira hacia las cero emisiones y la electrificación. El primer paso son las llamadas zonas de bajas emisiones (ZBE), que deben estar implantadas en el 2023, de acuerdo con la Ley de Cambio Climático. Este primer corte se dirige a los coches sin etiqueta en las ciudades de más de 50.000 habitantes, que en el caso de Galicia son unos 218.000 vehículos que se verán afectados de lleno por la entrada en vigor de esta medida.

La exportación a otros países donde la combustión interna tendrá vida más allá del 2035 (fecha tope para dejar de fabricarlos en Europa) o, directamente, el desguace, se antojan como algunas de las medidas posibles para solucionar este problema de envejecimiento. Pero también existe el riesgo de trasvasarlos a zonas menos pobladas o rurales a través del mercado de vehículos de ocasión, por lo que el problema simplemente lo cambias de sitio.

La pregunta es hasta cuándo dejaremos de hacer el sesgo de la movilidad sostenible en función de si ese coche se mueve en una gran ciudad o en una pequeña movilidad. Corremos el riesgo de crear una España —y, en particular, una Galicia— a dos motorizaciones, la contaminante y la sostenible. Y hay que tener en cuenta el impacto de estos cambios en el ecosistema de la automoción, como los talleres: la salida de vehículos viejos de los grandes centros urbanos afecta directamente a negocios independientes más pequeños, que son los que los reparan. ¿Los trasladamos a la periferia o a zonas poco pobladas?

Los buenos propósitos en torno a la movilidad eléctrica no pueden ocultar un problema de mayor dimensión, como son los millones de coches viejos y de combustión que no pueden desaparecer por arte de magia. Y en esa tesitura están los conductores, a los que se les exige una movilidad sostenible, pero ¿se les proporciona una movilidad accesible? Por precio y por falta de puntos de recarga, el eléctrico, de momento y por mucho que nos pese, no es la alternativa para muchos conductores. No hasta que se les dé una solución.