El arte del insulto

Eduardo Riestra
eduardo riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

Carlos Luján | EUROPAPRESS

28 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Su nombre era José María Carretero Novillo, pero se hacía llamar El caballero audaz, que era como firmaba sus entrevistas en La Esfera, de la que era redactor. Había entrevistado a Hitler, a Lerroux, a Trotski, a Valle Inclán y a Pérez Galdós. Era grande, enérgico y grandilocuente, boxeador y espadachín. Estaba muy orgulloso de sí mismo. Había nacido en 1887 en un pueblo de la provincia de Córdoba, y había estudiado el bachillerato en Cabra, pero pronto llegó a Madrid, donde hizo carrera de periodista. Su fama y sus enemigos —que cultivaba con esmero— crecieron con su carrera. Era escritor de novelas eróticas, que tanto se llevaban en aquellos tiempos. El lector podrá encontrar todavía muchas de sus obras en libreros de viejo. El caso es que una tarde se cruzó en la estrecha acera de una calle céntrica de Madrid con Jacinto Benavente, dramaturgo, guionista de cine, Premio Nobel de Literatura —probablemente inmerecido—, pero pequeño y apocado. El periodista se plantó ante él y le espetó enérgicamente: «Yo no cedo el paso a maricones». Jacinto lo miró, suspiró y se bajó de la acera mientras respondía: «Yo sí». 

No sé si esta historia es cierta, pero la contaba el pelirrojo actor Fernando Fernán Gómez, que es por lo menos garantía del ben trovato. Lo que sí sé es que a los que ahora se insultan, los políticos, los odiadores de las redes sociales, los contertulios de colmillos afilados, les queda mucho que aprender. Por cierto, Benavente tiene plaza en Madrid y Carretero Novillo, no.