Mi padre falleció. Todo llegó tarde

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OPINIÓN

Un quirófano en una operación
Un quirófano en una operación CESAR QUIAN

22 nov 2022 . Actualizado a las 08:16 h.

Desesperación en el Sergas 

El pasado mes de junio, a mi padre se le detectó una recidiva de un cáncer de garganta del que había sido operado hace un par de años. Llevaba unos meses con molestias, pero prefirió esperar a su revisión periódica. Una vez confirmada la mala noticia, solo quedaba esperar a que el sistema de salud actuase con rapidez, algo que, por desgracia, no ha ocurrido. Desde junio, las sucesivas pruebas a las que fue sometido mi padre se demoraban meses, y con ello la toma de decisiones. Como todos sabemos, en una enfermedad como el cáncer el tiempo juega en contra, y una demora de meses puede empeorar mucho el pronóstico del paciente. No fue hasta mediados de octubre cuando los médicos le comunicaron a mi padre que el tumor no era operable y que se le pondría un novedoso tratamiento de medicina dirigida. Solo quedaba esperar a que lo llamasen, algo que nunca llegó a suceder. Mi padre falleció el pasado lunes por causa de dicho tumor.

Más allá de batallas políticas y de eslóganes fáciles que puedan resonar en las tertulias de sobremesa, hemos comprobado que la situación de la sanidad es, efectivamente, desesperada; también en Galicia. Imagino que, como mi padre, muchos pacientes estarán esperando con angustia por sus pruebas, diagnósticos y tratamientos, en una tortura que se extiende también a sus seres queridos. Solo nos queda pedir que la situación cambie, y para ello hace falta concienciar a quienes lo gestionan. En ese sentido, acusar a quienes protestan por el deterioro del sistema sanitario de estar al servicio de causas políticas es insultar a quienes lo hemos sufrido. Alberto Vázquez. Vigo.

 Mundial: poderoso caballero...

Mira que no habría infinidad de países en los que celebrar el Mundial de fútbol. Una farsa económica iniciada por cataríes podridos de dinero hace doce año, untando a diestro y siniestro petrodólares en las arcas de esos cómplices sin escrúpulos para celebrar su Mundial anti-fútbol.

Ni derechos humanos, ni laborales, ni igualdad de género, ni libertades y persecución total al colectivo LGTBI. Este Mundial que estamos celebrando se ha erigido a golpe de petrodólar sobre la sombra de la corrupción, regada con el sufrimiento y la sangre de 6.500 migrantes, en su mayoría asiáticos, que dejaron sus vidas para levantar estadios sin seguridad y en unas condiciones laborales deplorables, dignas del más tétrico medievo, con despidos a la mínima protesta y expulsión inmediata del país.

Es lacerante que, a pesar de todo lo sabido, y de lo que aflorará durante el evento, hayan decidido mantener esta iniquidad. Ya lo dijo el insigne poeta y literato Quevedo: «Poderoso caballero es don dinero». Lino Saborido Rial. Boiro.