Alguien se comerá el marrón del déficit

Carlos Sánchez-Tembleque PROFESOR EN LA ERLAC (FUNDACIÓN ESCUELA UNIVERSITARIA DE RELACIONES LABORALES DE A CORUÑA)

OPINIÓN

DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

09 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Dos hechos cruciales acontecieron en los últimos meses: el Banco Central Europeo, ante la inflación imparable, subió por primera vez en 11 años los tipos de interés, y el primer ministro italiano Draghi, persona de enorme solvencia en el sur de Europa, ante la falta de apoyos, convocó elecciones generales en Italia que catapultaron al Gobierno a la ultraderecha. Ambos aspectos añaden incertidumbre a las primas de riesgo. Y todo esto aderezado con la guerra de Ucrania, cada vez más enquistada.

Esta nueva normalidad es muy distinta a la de la última década. Se puede prever que la inflación será inferior a la que se registra ahora, pero estará en niveles más elevados que antaño, 3 %-5 %; mientras los tipos de interés continuarán bajos, pero no nulos, estableciéndose en el 1 %-2 %. Por lo tanto, habrá que pagar más por endeudarse. También se acabarán las compras masivas de deuda por parte del BCE para financiar déficits estratosféricos, y cuando los países problemáticos del sur lo necesiten se les exigirán durísimas medidas de ajuste.

Ante esta situación de endurecimiento monetario, prolongación de tensiones e incertidumbres internacionales, todas las instituciones pronostican una ralentización global que ya se ha convertido en recesión en Estados Unidos (dos trimestres seguidos con caídas del PIB) y que tiene muchas posibilidades de agudizarse en Europa.

¿Cómo se comportará la economía española en esta nueva normalidad de altas tasas de inflación, tipos más elevados, incertidumbre y ralentización? España está en mejor situación ahora que en la anterior crisis del 2012, por tres motivos: tiene un sistema financiero saneado, un sector exterior o balance de las transacciones con el extranjero en saldo positivo desde el 2014, y dispone de más de 77.000 millones de ayuda europea (subvenciones) en fondos Next Generation para aumentar la competitividad del tejido productivo.

Pero, desgraciadamente, nuestra economía lo va a pasar mal y eso será así en buena medida por la gestión de este Gobierno en estos cuatro años. España se ha situado muy cerca del precipicio con las políticas populistas de aumento de gasto y déficit, se ha endeudado el doble que sus socios europeos desde la crisis del covid y ahora tenemos 20 puntos más de deuda sobre PIB que la zona euro (116 % España / 96 % zona euro). Medidas populistas y cortoplacistas para contentar a sus socios y mantenerse en el poder, al mismo tiempo que aumentaban los impuestos y evitaban la deflactación de las tarifas del IRPF. No ha mejorado nuestro mercado energético, pero se ha puesto en marcha una transición radical y desordenada.

España es ahora un país más frágil, vulnerable y menos competitivo. Todo se ha aderezado con una campaña de balones fuera y desinformación. ¿La inflación? Es culpa de Putin; ¿el aumento del déficit? Obedece al coronavirus, y si España cierra 11 centrales de carbón —y en Alemania se abren— el motivo radica en el cambio climático. Nos venden como un gran hito la creación de empleo cuando somos uno de los países con mayor tasa de paro de Europa. Al tiempo se olvidan de que, a diferencia de la práctica totalidad de los países de nuestro entorno, no alcanzaremos el nivel de riqueza pre-covid hasta el 2024. Puede que España se quede muy cerca este año de alcanzar el crecimiento económico anunciado del 4 %, pero desde luego no alcanzará ni de lejos el 2 % proyectado para el 2023.

Para salir de la situación provocada por la nueva normalidad va a ser necesario un duro ajuste en el gasto público y mucho más dinamismo en la gestión de los fondos europeos. Las medidas de ajuste vendrán impuestas por Europa y exigirán una reducción del gasto o bien un aumento descomunal de los impuestos. Pero como los impuestos en nuestro país ya son muy elevados (el Gobierno lleva cuatro años aumentándolos) el ajuste vendrá seguro por el lado del gasto. El «marrón» de reducir esta partida será cada vez más apremiante a lo largo del próximo ejercicio y será la principal tarea del Gobierno que salga de las elecciones de diciembre del 2023.