Dejemos a los muertos en paz

Patricia Vilán ABOGADA Y EXDIPUTADA DEL PSDEG

OPINIÓN

Joaquin Corchero | EUROPAPRESS

08 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«En la plaza de Lugo, a las seis horas del día 17 de junio de 1937. El señor juez instructor acordó consignar por medio de la presente que a dicha hora se ha ejecutado la pena de muerte en la persona del paisano Edmundo Pérez Díaz, pasándolo por las armas. La ejecución ha tenido lugar en las tapias del nuevo edificio del cuartel de la Guardia Civil, sito a espaldas del cementerio de esta ciudad. Hecha la descarga por el piquete, el teniente médico de complemento reconoció el cuerpo, certificando su defunción».

Y Mundo fue un muerto más, de esos que no se sabe dónde moran. Y por muerto, por lo visto, no le debe interesar a la política.

A Mundo le habían sacado de su casa un 25 de julio, al día siguiente del bando militar del genocida Queipo de Llano y que llegó a ser, paradojas del destino, nuestro Día de Galicia. Literalmente a rastras de su casa en la estación de tren de Canabal, en la provincia de Lugo. Porque era concejal y estaba afiliado al PSOE. Porque, como confesó muchos años más tarde su amigo Pepiño, era de los pocos al que la gente del pueblo escuchaba cuando hablaba en público. En definitiva, porque defendió la República y la democracia más allá de lo que se puede pedir a cualquier ciudadano de bien con 34 años. Y dejó solos a su viuda y a sus cinco hijos pequeños.

Pero Mundo no es más que un muerto por el que la política no se debe interesar. Ya bastante se hizo por su mujer cuando la ley de amnistía le reconoció el derecho a una pensión de viudedad 43 años después de ser viuda. ¿Qué más se puede pedir?

Realmente, la política verdadera debe ocuparse de otras cosas. No de aprobar leyes que permitan anular sentencias de condena a muerte en once miserables líneas y sin derecho a la defensa. Ni de facilitar la exhumación de cadáveres que se pudren quién sabe dónde, como el de Mundo o el de Lorca. De este ya sabemos que su condena lo fue por ser «rojo y maricón». ¿Qué más se puede pedir? Ni de declarar el 31 de octubre de todos los años Día de recuerdo y homenaje a todas las Víctimas del golpe militar, la Guerra y la Dictadura. Seguro que por eso el Gobierno de Galicia no celebró ni un solo acto oficial ese día. Porque no debemos politizar esas cosas, que no son ni importantes ni prioritarias.

Dejemos a los muertos en paz. Aunque a algunos, como Mundo, nadie lo pueda dejar en paz porque ni siquiera se sabe dónde se encuentran su cuerpo y los de sus cientos de compañeros de fosa común.

Mucho mejor que la política (y los dineros de todos los demócratas) se dediquen a otras cosas. Pero mucho más indecente.