Legado dañino: negar las urnas

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA MIRADA

OPINIÓN

DIEGO VARA | REUTERS

07 nov 2022 . Actualizado a las 12:01 h.

Inmersos en la barahúnda mediática, líquida y superacelerada con la que convivimos, a veces queda poco tiempo para la reflexión. Creo que se ha insistido poco en la importancia de la derrota de Bolsonaro. Mucho más trascendente que la victoria de Lula. Sacar a un personaje de su calaña del poder no era fácil, ya que contaba con todos los resortes del Estado a su favor. Tampoco lo era desalojar de la Casa Blanca a Trump, y la mayoría de los estadounidenses lo consiguieron, poniendo en su lugar a un político sin carisma, pero «normal». En ambos casos, los perdedores no han aceptado sus derrotas en las urnas, justificando así los desmanes de sus seguidores. Esta negación del sistema democrático, basado en las elecciones libres, es quizá su legado más dañino. Trump intentó aferrase al mando mediante un intento de golpe de Estado, incitando al asalto al Capitolio. Bolsonaro aún tiene la esperanza de que los militares impidan que gobierne Lula. Pero su fracaso supone un freno al auge del populismo basado en las mentiras, los insultos, la confrontación, el desprecio al Estado de derecho y la infantilización de la política. Se podrá decir, con toda la razón, que el trumpismo y el bolsonarismo tienen una gran fuerza y que sus mensajes simplistas y peligrosos han calado en amplios sectores sociales. Es seguro que Trump, si sale reforzado del supermartes de las midterms, repetirá como candidato presidencial con posibilidades de éxito. Tampoco Bolsonaro va a arrojar la toalla. Pero, de momento, los votantes los han echado. En Europa, lamentablemente, la extrema derecha sigue su progresión y ya gobierna en Italia. Veremos si, como Trump y Bolsonaro, Meloni no supera el test de pasar de la demagogia a la gobernanza.