Elon Musk entró en Twitter como un elefante en una cacharrería. Desde la compra de la red social, el excéntrico multimillonario ha sido noticia todos los días. Por hechos pasados, presentes o futuros, como el despido fulminante de la antigua cúpula directiva y de buena parte de la plantilla. Y sobre todo por las ideas, planes y propuestas que ha disparado a lo largo de la semana como si fuera una metralleta.
El ruido no ha hecho más que acrecentar la pertinencia de una pregunta: ¿qué va a pasar con Twitter? Con todos sus enormes defectos, es la red en la que mejor circulan y se debaten las noticias que mueven el mundo. Y ha mejorado mucho en los últimos tiempos en cuanto a moderación de contenido y contención de bulos como los que propagaba el golpista Donald Trump, que ahora sueña con ser indultado por Musk.
Un ejemplo de esta semana da la medida. La Casa Blanca retiró un tuit propagandístico sobre subida de pensiones tras aportar la red el contexto necesario. No era mérito de Biden, sino una consecuencia de la legislación vigente. ¿Se van a perder estas acciones con la nueva política del autoproclamado «moderador jefe» una vez que el pájaro azul renueve el plumaje? Las transformaciones llevan tiempo. Pasado el impulso inicial, ¿se aburrirá?
No parece haber dudas sobre su objetivo final: cobrar por servicios y convertir la red en una «superapp para todo» como la asiática WeChat. Eso opina Cathie Wood, una de las referencias de la inversión en tecnología. ¿Acabaremos comprando en Twitter? ¿Y pidiendo un microcrédito a Elon Musk?