Feijoo votó a Felipe en el 82

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

Julio Muñoz | EFE

30 oct 2022 . Actualizado a las 10:56 h.

La cita es a primera hora en la sede del PP en Santiago, en el barrio de San Lázaro, donde convive la tradición con la modernidad. Es una zona en la que está el estadio que vio al Compos en Primera, con casas de aldea, una iglesia modernista de López Rego, donde se celebran las Uñas de San Lázaro, y edificios funcionales en los que familias jóvenes llevan una excelente calidad de vida. El cronista espera con su compañero, el fotógrafo Vítor Mejuto, para hacer la primera entrevista tras la victoria de Feijoo sobre Touriño y Quintana. El PP vuelve al poder, después de Fraga, para quedarse muchos años. Es el lunes 2 de marzo del 2009. La vida da señales que solo el tiempo interpreta. Mientras cronista y fotógrafo esperan, el nuevo presidente se retrasa. El único que le aguarda en la sede del partido es un tal Alfonso Rueda, el que mucho tiempo después ha sido el sucesor. Y, por supuesto, Feijoo llega con Mar Sánchez, quien es su fiel consejera también en la actual aventura de la selva política de Madrid.

Feijoo da un titular espléndido. Que hoy es el día para recordar, al celebrarse ese mitin mefistofélico de Sevilla en el que olía a azufre por todas partes. Ese titular que han utilizado muchos medios, tantas veces sin citar la fuente, fue apertura de página en La Voz. Feijoo: «Voté a Felipe en 1982». Lo que leen. El joven Feijoo, entonces tenía 21 años, fue otro españolito que se apuntó al cambio. Ayer no asistió al show de Sevilla, a ese intento forzado de mezclar el aceite que supone Sánchez con el agua bendita para algunos de Felipe, para ver si así recupera votos. El PSOE, además, no se avergüenza de nada. Tiene esa suerte el llamado ferrari rojo. Puede invitar a un mitin al condenado con el que le va a indultar, a Chaves con Sánchez. Y hacerlo con orgullo. Si lo hace el PP, sufren escarnio y maldecir durante semanas. El ausente Alfonso Guerra, que pasó de apestado a invitado con pinzas, lo resumió muy bien con el uso privilegiado que hace de la lengua viperina que gasta: «El PSOE es otro partido, echo de menos al anterior». No le falta razón. Aquella fuerza que salvó la Transición y que muchas veces sirvió de pegamento de España y de razón de Estado está hoy en manos de un Sánchez sin escrúpulos, al que solo le falta que el partido se pase a llamar PS, Partido de Sánchez. Qué más da a estas alturas del desnudo integral y publicitario de Moncloa, con pactos con quien haga falta y ayudas que no llegan, lo de obrero y español. La otra mutación de las siglas es obvia. Hoy el único que manda es Sánchez. Un día escucha a Iván Redondo y al día siguiente lo despide. Sin piedad. Marca de la casa. No creo que Feijoo esté nostálgico de aquel día de hace cuarenta años en el que introdujo en la urna la papeleta de Felipe. Así figura en la hemeroteca de La Voz. Hoy Feijoo, y muchos ciudadanos, creen que solo la papeleta del PP puede librar al país de la mayor tormenta económica que se cierne sobre España, Europa, el mundo.