El grito ausente

Tamara Montero
Tamara Montero CUATRO VERDADES

OPINIÓN

JOSE PARDO

17 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Da igual. La sensación es exactamente la misma. No importa realmente. El chapoteo de una botella lanzada al mar. El soniquete de un tono. Y luego otro, y otro más. El pitido repetitivo cuando se corta la llamada. El silbido apenas audible cuando el sobre golpea contra el fondo vacío de un buzón que ha costado tanto recordar dónde estaba... El WhatsApp que deja de grillar de repente.

Da igual cuántos nombres rimbombantes en caracteres anglosajones se le pongan intentando aportar matices ficticios a lo que es solo un bramido ausente. La sensación es la misma. Un zumbido inaudible pero perpetuo, que se hace solo presente cuando se detiene. Como el sonido de un extractor que ni siquiera había sido advertido y, de pronto, se apaga. Un ruido blanco que permanece, siempre en plano de fondo, haciéndose molesto en su incógnito perpetuo.

Hasta que un día, cuando deja de importar, se hace presente, ocupando una habitación entera que parecía abarrotadamente vacía. Y se convierte en un silencio elocuente para los dos extremos del teléfono hecho con yogures que, reconozcámoslo, jamás ha funcionado correctamente. A veces, callar es un monólogo esmerado que viene a decir que la hartura ya ha sobrepasado el nivel de lo corriente. Otras, dejar de esperar respuesta es tan liberador que deja de tener importancia si se trata de ghosting o de una agresividad latente.