Meter a unas adolescentes de colegio católico femenino en medio del conflicto de Irlanda del Norte en los años ochenta y noventa e intentar hacer humor con ese cóctel parecía un desafío temerario para una serie de televisión con afán de entretener. Con su esperada tercera temporada, Derry Girls completa con éxito su triple salto mortal de la comedia. La peor parte de sus siete nuevos capítulos, que están ya en Netflix y llegan con algún cameo VIP, es que firman la despedida definitiva con la que Lisa McGee cierra su historia parcialmente autobiográfica.
Han pasado casi tres años desde que las vimos por última vez, pero todavía queremos pensar que las revoltosas Erin, Orla, Clare y Michelle, siempre con su primo inglés James, siguen teniendo 17 años y esperan con tensión ese rito iniciático que es recibir las notas de acceso a la universidad. Ellas, como adolescentes gritonas en plena fase expansiva y con sus caracteres bien marcados, siguen creyéndose el ombligo del mundo. Están hartas de que en Irlanda del Norte no se hable de otra cosa que del proceso de paz que empezaba a cerrar las heridas sangrantes de su país. Como si no hubiera cosas más importantes en sus vidas. No solo Derry Girls ha sido una de las mejores comedias que han existido en mucho tiempo. Los Simpson la han coronado haciendo una referencia a la serie en uno de sus capítulos recientes. No se puede llegar más alto.