Mahsa, asesinada por un velo mal puesto

Yashmina Shawki
yashmina shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

CJ GUNTHER | EFE

26 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Cuántas mujeres tienen que morir para que podamos alcanzar el derecho a ser nosotras mismas, a poder vivir nuestra vida como queramos, a tomar las elecciones que nos interesen y a rechazar cualquier imposición? ¿Cuántas mujeres tendrán que vivir el infierno de la agresión y la represión hasta que podamos alcanzar la libertad de decisión? ¿Cuántas mujeres tendrán que sufrir en silencio todo tipo de discriminaciones hasta que todas podamos disfrutar la plena igualdad de derechos y obligaciones? Demasiadas. Mientras en Occidente seguimos peleando para acabar con la cosificación del cuerpo femenino, para garantizar que cada mujer pueda elegir si quiere o no ser madre, para poder acceder a la sanidad, a la educación y al trabajo en condiciones de igualdad, en tres cuartas partes de nuestro planeta, las mujeres deben luchar solo para sobrevivir. Las protestas originadas en Irán por el asesinato de la joven kurda de 22 años Mahsa Amini, tras ser detenida por la denominada policía de la moral, ya han ocasionado 17 muertos reconocidos de manera oficial, aunque lo más probable es que hayan sido muchos más debido al cierre informativo y de internet. Su delito, no haberse cubierto el pelo de manera correcta con el hiyab. 43 años después de la Revolución islámica que derrocó el régimen del sha e impuso una dictadura religiosa, el país sigue sometido a una legislación retrógrada, discriminatoria y represiva que somete a la mujer a un estricto código moral haciendo recaer en su forma de vestir la virtud y la prevención del vicio. Un sistema que permite la lapidación de las mujeres acusadas de adulterio, mientras los hombres se libran de las penas más duras. La mitad de sus 86 millones de habitantes son mujeres y viven permanentemente cubiertas con el denigrante chador negro debido, más que a una interpretación sesgada de los preceptos islámicos, a la perpetuación del sistema patriarcal. Acabar con él solo será posible si las mujeres persisten en sus protestas, pero, sobre todo, si los hombres las apoyan, porque se trata de defender los derechos de sus madres, hermanas, esposas e hijas y es lo moralmente correcto. Porque la ética y la moral están en el interior y no en la forma de vestir.