Réquiem por una serie

Tamara Montero
Tamara Montero CUATRO VERDADES

OPINIÓN

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19 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Serena Joy camina detrás del féretro, cubierto con una bandera y la imagen, por momentos, recuerda a la pintura de Francisco Padilla, ese descanso del cortejo fúnebre que Juana I prolongó durante tres años y que le valió, con el grillete de Loca, 46 más de reclusión en Tordesillas. Primer aviso: sin apoyo masculino, de poco vale regresar a Gilead como primera dama viuda o ser reina de Castilla.

No podía ser de otro modo. La quinta temporada de El cuento de la criada arranca con tintes funerarios porque, reconozcámoslo, la serie está en las últimas. Resuella June en el enésimo primer plano en un gesto de rabia cada vez menos contenida y vienen ecos de estertor en una historia que empieza a descoserse del último hilo que le quedaba de vida. Y la metáfora distópica sobre el patriarcado empieza a revestirse con pesados ropajes de venganza, brocados de rabia, de trauma y de ira. June vuelve a ¿casa? y tiene que decidir cómo va a vivir con el hecho de haber capitaneado una jauría.

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Serena contra June. Así se puede resumir el armazón inicial de la quinta temporada, que todavía es la penúltima. Así de tremenda es la ironía de una trama que parece tan circular que en cualquier momento regresa a cuando ambas eran libres y Gilead ni siquiera existía.