Era muy esperado el debate de la semana pasada entre el presidente Pedro Sánchez y el jefe de la oposición, Alberto Núñez Feijoo, entre otras cosas porque ocurría por primera vez. Y los dos comparecieron en el Senado con carácter y estilo propios. Sánchez, excesivo y disperso, usó demasiadas palabras para aparentar que tenía mucho que contarnos. Feijoo concentró su intervención, severa y contundente, en los asuntos que consideraba más relevantes.
¿Quién ganó? Hay opciones para todos los gustos, y todas son respetables, pero creo que Sánchez se equivocó al dar la apariencia de que no acudía a un debate sino a un paseo mediático. Es decir, pecó de reiterativo y errático, frente a un rival más ordenado (o tal vez algo menos disperso por falta de tiempo).
La realidad fue que, por fin, asistimos a un cara a cara entre ellos, algo que ya parecía figurar entre los imposibles metafísicos. Y prueba del interés de este hecho fue la atención que le prestaron todos los medios informativos, a pesar de la desproporción de los espacios de tiempo de que gozó cada uno (dos horas de Sánchez frente a apenas unos veinte minutos de Feijoo). Aun así, la sesión valió la pena y señaló, en cierto modo, el inicio de una batalla electoral que, más pronto o más tarde, habrán de librar los dos partidos. Lo malo es que el debate no sirvió para solucionar nada en concreto, ni para alcanzar ningún acuerdo de fondo.
Por si todo esto fuera poco, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), terminó su pleno del jueves sin acuerdo para elegir a los dos miembros del Tribunal Constitucional que corresponden al órgano de gobierno de los jueces (y que deberían ser nombrados en un pleno extraordinario de mañana, martes). El presidente del Tribunal Supremo y del CGPJ, Carlos Lesmes, ha frenado el plan de Moncloa para controlar el Tribunal Constitucional, y tal vez dimitirá si no hay un acuerdo inmediato para su renovación. El pleno del consejo debatirá hoy sobre el procedimiento para llevar a cabo, en los próximos días, los dos nombramientos de magistrados. El Gobierno parece decidido a elegir a los dos magistrados que le corresponden, si el CGPJ no lo hace.
Sánchez no se muestra inquieto por estos aconteceres, quizá porque ya tiene sus planes hechos, pero la situación está muy lejos de ser la deseable. Por el contrario, estos enfrentamientos revelan una lucha nada modélica de Sánchez por aumentar su poder. Tal vez porque vislumbra en el horizonte unas dificultades que no tuvo en el pasado.
Estamos, pues, ante una semana interesante.