Misma ratio que antes y se recortan las plantillas

Carmen Rodríguez-Trelles DIRECTORA DEL IES BLANCO AMOR DE CULLEREDO

OPINIÓN

11 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Vivimos tiempos revueltos. Es el mundo al revés: la gente honrada y trabajadora, asfixiada por las preocupaciones y la amenaza constante de hecatombes de todo tipo, mientras que una pléyade de vagos y maleantes presumen de que se puede vivir bien siendo un sinvergüenza.

En este ambiente, educar se convierte en una misión imposible. Los ejemplos no ayudan.

Por si fuera poco, las leyes educativas parecen no tener interés en formar ciudadanos independientes y críticos, sino gente de rebaño.

En este momento no se comprende que, cuando más inmersos estamos en una crisis económica, se implante sin demora una nueva ley educativa a la que debería ir asociada una financiación. Y tampoco se comprende la continua sucesión de leyes educativas, cuando la auténtica reforma de la enseñanza está en la disminución de la ratio en las aulas. A pesar de las penalidades que nos hizo pasar el covid, la experiencia de reducir el número de alumnos en las clases demostró su efectividad, y palió parte de los efectos adversos de la situación.

Sin embargo, no solo volvemos a la ratio previa a la pandemia, sino que se recortan las plantillas, con lo que cambiamos a peor.

Por otro lado, se exige un esfuerzo económico extra a las familias, que tienen que pagar libros nuevos para los niveles afectados por la implantación de la Lomloe, y contra la opinión de muchos docentes, que hubieran preferido esperar un año más para cambiarlos. Y por si fuera poco, comprobamos que algunas editoriales no han tenido tiempo para distribuir sus libros en plazo para el comienzo de curso.

Cabe preguntarse: ¿es realmente oportuna y necesaria la Lomloe en este momento?

En este ir y venir sin rumbo de las decisiones políticas es absolutamente preciso que la Administración educativa cierre filas en torno a sus docentes y a sus equipos directivos, asesorándoles y atendiendo sus necesidades. Cada centro educativo es diferente. Por ello es fundamental fomentar y apoyar su autonomía de gestión, respetando su trabajo, que es una forma de respetar a las personas.

Si la Administración educativa no deja a los claustros desarrollar sus iniciativas, sustituyéndolas por otras que le son ajenas; si no da los recursos necesarios; si se muestra sorda a las propuestas que le transmiten sus docentes; en definitiva, si se limita a fiscalizar en vez de facilitar, corremos el riesgo de desilusionar a los docentes y de convertir a los directores en burócratas.

Llegados a este punto, ¿en qué manos vamos a dejar la formación de nuestros hijos? ¿Qué tipo de ciudadanos vamos a crear? En definitiva, ¿a qué tipo de sociedad nos encaminamos?