Familias y empresas gastarán menos dinero

Alberto Vaquero PROFESOR TITULAR EN EL GRUPO GEN DE INVESTIGACIÓN DE LA UNIVERSIDADE DE VIGO

OPINIÓN

04 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El pasado mes de julio, el Banco Central Europeo (BCE) decidió subir medio punto los tipos de interés, el primer incremento en los últimos once años. Además, la previsión es que esto no acabe aquí, porque se espera otro aumento de medio punto en septiembre. Incluso se está barajando la posibilidad de llegar al 1 % de referencia en octubre, cuando en junio estaba en el -0,5 %. 

La medida tomada era esperable y entra dentro de las actuaciones recomendables para frenar el fuerte crecimiento de los precios. La autoridad monetaria europea esperaba que el incremento fuese puntual, pero la elevada demanda de bienes y servicios tras la pandemia y, más recientemente, las consecuencias económicas de la guerra de Ucrania, han generado un aumento de precios desorbitado. Desde el BCE se justifica esta medida para tratar que la inflación vuelva al 2 %, algo que, a fecha de hoy, parece una utopía. Además, y aunque hay una resistencia a hablar de recesión, tampoco se descarta que se produzca. Veremos qué pasa en los próximos meses. Winter is coming.

Descrito este panorama, convendría preguntarse qué deben temer las familias y las empresas. Las hipotecas se verán claramente afectadas ?y muy rápidamente— si son a tipo variable, cuando se produzca la revisión. Algo más tardarán las que sean a tipo fijo, puesto que las entidades financieras dudarán sobre el momento y el importe a aumentar. Por lo que respecta a los créditos al consumo, la subida de tipos provocará mayores intereses y esto reducirá la capacidad de consumo de las familias. Lo que sucederá es de manual de primero de Economía o ADE: préstamos más caros, con la consiguiente reducción en su demanda y menor nivel de gasto de las familias. Algo parecido ocurrirá con las empresas a la hora de financiarse. Pedir prestado será mucho más caro y, por lo tanto, retrasarán o no llevarán a cabo inversiones. Todo esto provocará una ralentización de las decisiones empresariales.

Por otra parte, a los ahorradores, la subida de los tipos les tendría que suponer un incremento de la rentabilidad de los depósitos y cuentas remuneradas. Pero ni será inmediata ni tendrá la misma intensidad que lo que sucederá si se tiene una posición acreedora. Los ahorradores deben olvidarse de que sus entidades de crédito les ofrezcan atractivos depósitos. Esto, si se produce, tardará mucho en llegar y casi es mejor que no sea así, porque sería consecuencia de más subidas de los tipos de interés.

Finalmente, hay que tener muy en cuenta que los efectos no serán los mismos para todos. Pensemos, por ejemplo, en una familia en situación vulnerable o una empresa con dificultades económicas. La subida del tipo de interés tendrá diferente repercusión, por los denominados collateral damage o efectos colaterales. De ahí la necesidad de apostar no solo por políticas de corte monetario para combatir la inflación, sino también por introducir medidas que no dejen por el camino a nadie. Las actuaciones monetarias suelen ser muy efectivas, pero especialmente duras sobre ciertos colectivos. Es necesario acompañarlas con políticas fiscales y de rentas.