Invasores

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

ALBERTO LÓPEZ

20 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

No me refiero a los arbustos foráneos que se adueñaron en su día de las medianas de las autovías, no voy a escribir sobre las plantas acuáticas que repueblan y contaminan los ríos, ni a los cangrejos americanos que casi aniquilaron al autóctono e indefenso cangrejo de río. Ni siquiera voy a denunciar a las miles de cotorras argentinas que se hicieron amas y señoras de los parques hispanos.

Hoy toca escribir sobre las autocaravanas que contaminan el paisaje, que son una auténtica plaga veraniega, apropiándose de los mejores aparcamientos, obstaculizando los lugares más pintorescos de pueblos y ciudades, y permaneciendo más tiempo del autorizado legalmente en emplazamientos abiertos y no adecuados, despreciando la escasa normativa vigente.

El autocaravanismo español es consecuencia directa de la pandemia del covid, que de forma masiva creó células estancas entre los viajeros que, de esta forma, se desplazaron anárquicamente por España evitando los contagios al menos de manera aparente.

Y así, de forma repentina, comenzaron a comprar y alquilar viviendas rodantes y empezaron a surcar las carreteras españolas, multiplicando exponencialmente la presencia tradicional en nuestras costas, sobre todo de los conductores de casas móviles que desde Francia o Alemania habían sido pioneros de ese tipo de movilidad turística durante muchos años.

Su ausencia durante el bienio negro del virus propició la expansión de una forma de turismo popular y familiar conduciendo el hogar móvil del verano.Las colas veraniegas de las autocaravanas son una auténtica contaminación del paisaje que ensucian y pervierten, con su imagen a vista de dron de largas filas de caravanas blancas. Están agrupados y son muy beligerantes en la defensa a ultranza de esta manera de viajar, que es harto discutible. Se apoyan en prácticas europeas pero obvian la rigurosa legislación que se aplica en los países de nuestro entorno.

Mi debilidad romántica y la nostalgia sesentera me obligan a reivindicar la pasión on the road de las entrañables furgonetas California de Volkswagen, de surferos, viajeros impenitentes y descubridores de paraísos inaccesibles. Son las humildes golondrinas viajeras de nuestras carreteras, la imagen bohemia de una forma de vida que poco tiene que ver con el turismo popular del autocaravanismo, que se está convirtiendo en un tsunami rodante y que contamina los meses de julio y agosto como la nueva especie invasora hispánica.