¿Faltan médicos de familia o también falta gestión?

Pascual Sesma Sánchez ESPECIALISTA EN MEDICINA INTERNA

OPINIÓN

MARTINA MISER

14 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Se han señalado en estas páginas diversas causas de la falta de médicos, que alcanza su máxima visibilidad en verano, en zonas costeras. Algunas han sido la insuficiencia de plazas de formación, el escaso atractivo de los contratos ofertados los especialistas recién formados y la opción de estos por alternativas mas atractivas (urgencias hospitalarias, emigración). Las propuestas políticas lo fían al largo plazo (convocar mas plazas MIR a futuro) o denotan una notable improvisación.

Sin embargo, algunas, como los contratos indefinidos sin oposición, han despertado interés entre los médicos de familia, aburridos de precariedad durante años y tener que demostrar en una oposición que están capacitados para el trabajo que vienen desempeñando habitualmente. Por desgracia, la gestión administrativa de la convocatoria sugiere que en San Lázaro ni los tiempos ni la flexibilidad van acordes a la urgencia del momento.

Todo ello pone de manifiesto algo que ha quedado oculto hasta ahora en el debate, la enorme responsabilidad en el problema de la Dirección de Recursos Humanos del Sergas y, por extensión, de sus inmediatos superiores, que sostienen y alientan políticas de gestión del personal facultativo abocadas al fracaso.

No se pueden dar soluciones iguales a lo diferente. Cuando en la mesa sectorial se acuerdan cuestiones como las vacaciones, permisos, conciliación etcétera, parece no tenerse en cuenta que no existe la misma disponibilidad para sustituciones en los estamentos de celadores o administrativos que en los de médicos o enfermeras. Además, en los centros de salud estos profesionales suelen ausentarse, como cualquier otro trabajador (vacaciones, bajas, días libres, licencias...), pero la atención debe continuar. Así, para un centro de salud de cinco cupos no se necesitan menos de seis plazas dotacionales de médico de familia.

Además, desde la propia Administración se han dictado instrucciones para que las vacaciones se concentren en julio, agosto y septiembre, sin primar vacaciones extemporáneas en los casos de personal deficitario. También parece pensarse, de modo buenista, que el personal médico, donde abundan las madres jóvenes, no hará uso de sus derechos de conciliación, solicitando reducciones de jornada o permisos no retribuidos Todo ello acaba por convertir en un sudoku insoluble la gestión de personal en verano.

Por consiguiente, es necesario dejar de echar balones fuera (ministerio, sistema MIR) y buscar soluciones reales y con efecto en el corto-medio plazo.