Europa, seca y a medio gas

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

WOLFGANG RATTAY | REUTERS

13 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Un amigo que vive en Holanda desde hace décadas me ha comentado que es la primera vez que se puede conducir por sus amplias llanuras sin ver ni brizna de hierba verde. En Gran Bretaña, la sequía es de tal calibre que, desde el aire, Cambridge resulta un páramo desolado. En Alemania el intenso tráfico por el Rin se ha visto seriamente perjudicado por la gran reducción de su caudal, y en la Gironda francesa no hay manera de sofocar el fuego que lleva ardiendo desde hace días. En España y en Portugal, acostumbrados a que los estíos vengan acompañados de incendios devastadores, nos sigue entristeciendo y enfadando comprobar, año tras año, cómo las nefastas, cuando no inexistentes políticas forestales, suponen que sea necesario emplear ingentes cantidades de dinero para sofocar los incendios en lugar de para prevenirlos.

Y es que la tormenta perfecta provocada por la combinación del calentamiento global y, al parecer, una milimétrica desviación de uno de los ejes de la tierra y el aumento de velocidad con la que gira nuestro planeta está haciendo que media Europa sucumba a la más intensa y larga ola de calor que se recuerda. Y lo peor está por llegar, con la seria amenaza de las cosechas más escasas desde la Segunda Guerra Mundial. Entretanto, en los despachos de Bruselas se hacen cábalas de cómo soportar las inclemencias del próximo invierno recortando el uso de gas y en España se acaba de aprobar un decreto para la reducción del gasto energético cuando deberían de estar implementando planes a medio y largo plazo para aumentar la obtención de energía sostenible.

Es curioso que la producción eléctrica, que arrancó en España en 1876 y cogió impulso con la corriente alterna en los años veinte, fuera en un 81 % de origen hidroeléctrico y existiera un exceso de capacidad de producción. Cierto que la extensión de la red eléctrica en ese momento y el consumo eran muy limitados. Sin embargo, desde entonces, los planes de desarrollo han ido a remolque de los vaivenes de los costes de producción y no en función de un proyecto avanzado y previsor. Por eso, ahora nos conminan a bajar el termostato cuando se debería incentivar la producción individual y el desarrollo de las renovables a bajo coste.