In-sumisión

M.ª Carmen González Castro
M.ª Carmen González VUELTA Y VUELTA

OPINIÓN

Martina Miser

07 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Es como si este verano el contador de nuestras vidas se hubiera puesto a cero. Lo disfrutamos todo como la primera vez: los conciertos, las verbenas, las noches de copas... Cualquier evento que implique una aglomeración es una novedad, porque en muchos momentos de los últimos dos años de encierro nos ha parecido que la luz jamás volvería a brillar al final del túnel.

La luz ha vuelto, y lo ha hecho en un verano de mucho calor. Aunque las altas temperaturas tengan una cara oscura —la de la sequía y los incendios—, también tienen su lado bueno, incentivan mucho más eso que echábamos tanto de menos: la fiesta. Esta perspectiva tan atractiva para las primeras vacaciones post-covid ha venido a frenarla en seco, sobre todo para las mujeres, la aparición de los pinchazos de sumisión química en las noches de fiesta veraniegas.

Dicen los expertos que responden más bien a la acción de algunos gamberros queriendo asustar, porque es muy difícil que te inoculen una sustancia tóxica en esas circunstancias. Pero han conseguido meternos el miedo en el cuerpo y no hay quien pare la ola de histeria colectiva.

Es un callejón sin salida, y de muy difícil solución. La primera reacción de las mujeres es: «No salgo». Malo. La segunda opción es: «Salgo, pero siempre bien acompañada y bien cuidada por mis amigos (a ser posible, varones)». Malo también, es una triste vuelta al pasado. La tercera es: «Salgo porque es solo una gamberrada». Vale. La insumisión frente a la histeria colectiva de los pinchazos parece acertada. Pero todas esas mujeres saben que el catálogo de amenazas que las espera ahí fuera sigue siendo demasiado amplio en pleno siglo XXI.