Por favor, ayuden al atletismo

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

JEAN-CHRISTOPHE BOTT | EFE

02 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Ya no está Bolt para abrir bocas con su velocidad de rayo, pero el atletismo sigue siendo el deporte rey. Hace poco fue el mundial en Eugene. Este deporte nos emparenta con Grecia. Con nuestro pasado más glorioso. Nada es más puro que correr. Que ese desafío de los atletas contra sus cuerpos. Más rápido, más alto, más fuerte, así nacieron los juegos modernos.

El mundial fue un campeonato gozoso, aunque Adrián Ben Belén Toimil no tuviesen su momento. Pero nos llevamos el increíble bronce de Asier en 110 metros vallas y otro bronce para Katir en la noble prueba de 1.500. Ahí estuvieron para el recuerdo las chicas con su doble récord de España en el relevo de cien, con un quinto puesto en una final para enmarcar. Hazañas las hubo como siempre que compiten los mejores. Volvieron a volar Duplantis con su pértiga mágica y Yulimar Rojas en el tripe salto acariciando las nubes para llevarse otra vez el oro, rutina dorada lo de esta chica con unas piernas que no acaban nunca, como las de Cyd Charisse. Pero fue la norteamericana Sydney McLaughlin la que destrozó su propio récord del mundo en unos 400 vallas que dejan la marca en 50,68. Los 200 masculinos volvieron a ser legendarios, con el oro de Noah Lyles de 19,31 soplando en la nuca del crono prodigioso en esa distancia del dios Bolt (19,19). Vimos momentos muy bellos en la velocidad femenina, con la isla del tesoro de Jamaica haciendo de las suyas. Una carrera de cien metros es el lugar del mundo donde pasan más cosas en menos tiempo. No te permite ni pestañear. Un chupito de tequila. Con todo lo que supone el atletismo, es difícil comprender cómo las administraciones en este país pasan olímpicamente, nunca mejor dicho, de este deporte. Da igual para el sitio que mires. No hay instalaciones a la altura. No se cuida la cantera. Si se emplease una décima parte de todo lo que se hace por el fútbol en los atletas tendríamos generaciones prodigiosas y, desde luego, una juventud mucho más sana.

Tenemos a los chavales atados sin pestañear a los videojuegos, a las consolas, a las pantallas, al TikTok, al Instagram y no los tentamos con la nobleza del atletismo. Intentamos que jugar al fútbol sea casi una asignatura obligatoria, con el baloncesto en segundo lugar, pero no los llevamos hacia la pista de las ocho calles. Quién lo prueba no lo deja. Correr, el viento en el rostro, es la forma más sencilla de hacer deporte, de encontrarte con tu propio cuerpo, de sentir tu latido, de medir tus piernas, de explotar tus brazos y, sobre todo, de poner a prueba tu mente. Sean carreras largas, medias o cortas, sea peso, altura, disco, jabalina, los atletas son expresión de salud. Si ayuntamientos, autonomías y Gobierno no se dejasen calderilla en el atletismo, nos ahorraríamos millones en sanidad. No todos tienen que ser estrellas, pero muchos ya no dejarían nunca el atletismo amateur si lo probasen. Esas endorfinas liberándose por el esfuerzo en nuestra mente son como cerrar los ojos y ver una constelación de estrellas. La vía láctea del sudor. Qué lástima que solo nos acordemos de los atletas en los mundiales y los juegos. Ojalá los políticos se pongan las zapatillas y apoyen de una vez a los niños y niñas que solo sueñan con correr.