La donación de Bill Gates

raimundo garcía paz PERIODISTA E INVESTIGADOR

OPINIÓN

ARND WIEGMANN | REUTERS

31 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Durante su primera visita pública a España, Bill Gates ya ocupaba la quinta posición en el ránking de las personas más acaudaladas del mundo, elaborado por la revista Forbes. El Instituto de Empresa nos había convocado al otorgamiento de un título honoris causa al creador de Microsoft, en su sede de María de Molina en Madrid. Tras el acto, conducido por su entonces director Diego del Alcázar, se celebró un cóctel, durante el que los periodistas pudimos intercambiar algunas palabras con el invitado.

A diferencia de los estadistas norteamericanos, gente cercana a la senectud con escasas excepciones, Gates parecía un tipo jovial y extrovertido.

Sus grandes gafas no disimulaban una miopía que inmediatamente asociamos con largas horas ante la pantalla del ordenador. Ceremonioso, el gurú de internet vestía en aquella ocasión de traje, sin los polos informales que luego compartiría con Steve Jobs.

Su apariencia algo desaliñada despejaba el trato con el reportero, poco identificado con el ritual envarado de la convocatoria. Viéndole así, pensé que solo cabía formularle una pregunta: ¿es posible ser millonario e inocente? Así se la dirigí. Por su rostro atravesó durante breves segundos el rictus de la severidad.

Luego despejó la ecuación con otro interrogante: «Depende de lo que usted entienda por inocente», sonrió irónico, como solo puede hacerlo un nativo del noroeste, pues en ese punto cardinal está Seattle, su localidad natal.

He recordado estos días aquella conversación de 1991, ahora que el creador de Windows ha decidido proseguir su labor de filántropo, donando veinte mil millones de dólares a la fundación que mantiene viva con su exesposa.

Siempre he creído que las fundaciones son un magnífico recurso para eludir los pagos al fisco. Los magnates no dan puntada sin hilo en este aspecto, pero este último emplea platino, considerando la magnitud del gesto altruista.