Conversación bajo una tormenta bíblica

Oleksandr Pronkevych
Oleksandr Pronkevych CATEDRÁTICO DE LITERATURA ESPAÑOLA EN LA UNIVERSIDAD DE MYKOLAIV

INTERNACIONAL

Unos niños se despiden de su padre en la estación de tren de Kiev
Unos niños se despiden de su padre en la estación de tren de Kiev GLEB GARANICH | REUTERS

09 jul 2022 . Actualizado a las 19:45 h.

Ayer llegó a Leópolis Argemino Barro, periodista freelance autor del libro Una historia de Rus. Crónica de la guerra en el este de Ucrania, sobre los acontecimientos en el Dombás en el 2014. Le llamo mi padrino en el campo del periodismo porque él apoyó mi idea de crear mi crónica de la guerra y me dio algunos consejos de cómo escribir los testimonios. El objetivo de su viaje a Ucrania es un nuevo libro dedicado a la tragedia de Mariúpol. El tiempo fue horrible. La ciudad de Leópolis se hundió en una gran tormenta bíblica. Soplaba el viento, mientras relámpagos y truenos silenciaban los sonidos de la alerta aérea. No es fácil encontrar un fondo más simbólico para nuestra conversación íntima sobre la guerra en Ucrania. 

Entre los muchos temas que abordamos, pregunté a Argemino su opinión sobre si ha observado cambios en el estado emocional de la sociedad ucraniana durante los últimos meses. Él es uno de los pocos españoles que puede comentar la cuestión porque ha visitado Ucrania varias veces, en el 2014 y en enero del 2022, y ha sido testigo de las transformaciones que hemos experimentado. «Ahora veo que los ucranianos están pasando el período emocionalmente más duro porque las expectativas de los primeros meses de la guerra eran demasiados optimistas. Todo el mundo esperaba que la victoria llegase pronto. No es un rasgo únicamente ucraniano. La gente siempre desea que la guerra se acabe lo antes posible y obligatoriamente con la derrota completa del enemigo. Los periodistas que cubren las guerras dan testimonio de que este sentimiento es común en la primera fase de cualquier conflicto militar. Después llega la comprensión amarga no solamente de que la guerra durará mucho, sino de algo peor: aparece la conciencia del hecho de que nadie sabe predecir ni cómo desarrollará ni cuándo terminará. Es la incertidumbre completa, que comprime el corazón con dolor agudo».

Un relámpago cayó en la oscuridad de la tarde nubosa al otro lado de la calle. Las palabras de Argemino, pronunciadas con el fondo de la explosión de la luz eléctrica blanca, se materializaron en mi mente en la metáfora que asemeja el vivir la guerra con el proceso de leer un libro (las metáforas librescas me persiguen porque soy profesor de literatura) que no tiene final. El texto trágico se escribe a sí mismo y te duele leerlo y deseas que el libro se acabe lo más pronto posible, pero el texto de la guerra sigue creciendo y ampliándose según su lógica impredecible, convirtiéndose en volúmenes gruesos de muerte, pena y sufrimientos, todos con finales abiertos y desconocidos. «Debo aprender a seguir viviendo con el peligroso y absolutamente incierto futuro de la guerra, no hay otra opción», me dije mí mismo. En ese momento, la tempestad y la alerta aérea cesaron y salió el sol del ocaso.

Oleksandr Pronkevych catedrático de Literatura Española en la Universidad de Mykolaiv

 Anteriores entregas

5 de julio Iya kiva

4 de julio Saludos desde el sur de Ucrania

3 de julio Esqueletos en el armario

2 de julio ¿Adónde hemos llegado?

1 de julio Santa Teresa de Ávila y la cultura ucraniana

30 de junio El desfile de las orquestas bajo el sonido de las alertas aéreas

28 de junio El doctor Jekyll se quita la máscara

27 de junio Triste final de curso universitario en este 2022

26 de junio Ucrania renovará Europa

23 de junio La noche antes del examen

22 de junio El regreso a Europa

21 de junio El genocidio no es un pretexto informativo

20 de junio Cuando el helecho florece

18 de junio No es fácil hablar sobre la guerra

17 de junio Los dibujos animados contra la guerra

16 de junio Mirando vídeos de mis estudiantes

15 de junio El vals de la despedida

12 de junio Ucrania en la revista TTAK

10 de junio Los girasoles, el símbolo de Ucrania

9 de junio ¿Es Ucrania nacionalista?

7 de junio Guerra, ¿cómo te llamas?

5 de junio Pushkin ha vuelto

4 de junio Escuchen las voces de Ucrania

3 de junio El verano de nuestra victoria

2 de junio El arte de pasar el sábado en Mykolaiv

31 de mayo ¿Es Rusia fascista?

30 de mayo Sobre los asuntos eclesiásticos

29 de mayo Lesya Ukrainka

27 de mayo La guerra y el tiempo

26 de mayo Releyendo mi diario

25 de mayo Moisés

24 de mayo ¿Adiós Pushkin?

22 de mayo La tragedia de la Mariúpol artística

21 de mayo Iván Frankó, el divulgador de la literatura española en Ucrania

20 de mayo El genocidio en Ucrania

18 de mayo Carta de un soldado: «Me siento feliz en Mykolaiv»

17 de mayo «Stefania», el homenaje a la madres de Kalush Orchestra

16 de mayo Nostalgia

14 de mayo Los desastres de la guerra (versión siglo XXI)

13 de mayo Mi Galicia

12 de mayo Un congreso cultural pospuesto

11 de mayo El desfile de Putin y el esturión podrido

9 de mayo Gregorio Skovorodá

8 de mayo Regalos para la fiesta

7 de mayo La guerra patriótica de Ucrania

4 de mayo Ucrania celebrará el 8 de mayo el Día de la Victoria

3 de mayo Historia del día de la victoria

1 de mayo Anabel

30 abril La resurrección de Ucrania

29 de abril Otra vez sobre el Instituto Cervantes en Moscú

28 de abril Escaparse de la zona ocupada

27 de abril El «Guernica» de Picasso

26 de abril La resistencia al invasor, en los memes de la Pascua ortodoxa

24 de abril El Día del Libro

23 de abril La tragedia del sur de Ucrania

22 de abril El Jueves Limpio

21 de abril Una parábola sobre las burbujas

20 de abril El Martes Grande en Ucrania

19 de abril La Pascua de Resurrección y el Domingo de Palma en Leópolis

18 de abril Las noticias de Mykolaiv

15 de abril Las diosas enfurecidas

13 de abril Hobbit y Gandalf

12 de abril La primavera

11 de abril La batalla por el «borsch»

 10 abril Mi facultad en la guerra

9 de abril Folclore de la guerra

8 de abril El escándalo de una traducción

7 de abril ¿Qué es la rusofobia?

6 de abril Sigo recibiendo cartas

5 de abril El genocidio y la cultura rusa

4 de abril El destino de una familia hispano-ucraniana

3 de abril: Esperando la ofensiva rusa sobre el Dombás

2 de abril: Proyección interrumpida de películas

1 de abril: Oda al teléfono celular

31 de marzo: Llorad y rezad por Petro

30 de marzo: Cómo derrotar al enemigo muy rápido y con pocas bajas

29 de marzo: El 28 de marzo

28 de marzo: ¿Podemos repetir?

27 de marzo: Un primer balance de los 30 días de la invasión rusa

26 de marzo: Humor en la guerra

25 de marzo: Educación sentimental

24 de marzo: Una pregunta maldita

23 de marzo: Nuevos bombardeos en la ciudad de san Nicolás

22 de marzo: Las familias rotas que deja el conflicto

21 de marzo: Imbuidos del espíritu quijotesco

20 de marzo: La carta de mi estudiante

18 de marzo: Pensando en mi universidad

17 de marzo: Así intentaron silenciarme con porno ruso

15 de marzo: Golpea a los tuyos para que otros se asusten

14 de marzo: El domingo siempre es domingo

13 de marzo: Día 15. ¿Debe cerrar el Instituto Cervantes de Moscú?

12 de marzo: El papel de los hispanistas de Ucrania en la guerra con Rusia

11 de marzo: Mi encuentro en Leópolis con el periodista de La Voz de Galicia

10 de marzo: Nos hicimos refugiados

8 de marzo: Las últimas horas en la ciudad de san Nicolás

7 de marzo: Protegidos por san Nicolás

6 de marzo: La ciudad de san Nicolás

5 de marzo: Ucrania: dos referencias literarias

4 de marzo: Por qué ha fracasado la guerra relámpago

 3 de marzo: Ucrania resiste y vive

 2 de marzo: Mis peores temores

 1 de marzo: El columpio de esperanzas y temores

 28 de febrero: Tanques en Mykolaiv

 27 de febrero: Rezad por Kiev

 24 de febrero: «¡Feliz cumple, profesor!» (Sé que puede ser el último de mi vida)