Rosalía nos ha convertido a otra fe: la de TikTok. Y ahí se reza otro baile. Se encadena un bucle de movimientos imparables y ya no tienes otra salida más que confesarte adicta. Es lo que ha conseguido con Despechá, una canción que nació sin nombre, y que fue bautizada en el fragor de su concierto. Rosalía le preguntó al público: «¿Cómo queréis que se llame: De lao a lao o Despechá?». Y a coro, los fieles de la artista respondieron alto y claro: «Despechaaaaaá!».
Y así estamos todos los creyentes de este nuevo lenguaje que ha impuesto la artista catalana, rendidos a la canción del verano. Un tema que no existe en un disco físico ni se puede descargar en Spotify ni en ninguna plataforma. Nada que ver. Despechá sale de esa red que es la gente, y a través de TikTok, en solo unos segundos su estribillo es una oración que todos sabemos: «Baby, no me llames, que yo estoy ocupá olvidando tus males; ya decidí que esta noche se sale, con toas mis motomamis, con toas mis gyales...». Las palabras suenan nuevas, es otro vocabulario naciente, otra forma de entender la música, otro modo de transmitir, como antes fueron esos gritos del Auanbabuluba balam bambú. Saoko, motomami, gyales... son todas palabras del español reguetonero que Rosalía nos enseña a pronunciar y a mover. Despechá es el éxito de la gente, el canto del verano loco, la alegría del baile por el baile. A Rosalía no hay que juzgarla, te convierte y te ciega, es otra religión más.